El hígado es el órgano interno más grande del cuerpo. Se encuentra debajo de las costillas en el lado derecho justo bajo el pulmón derecho. Si usted hundiera sus dedos bajo sus costillas derechas hacia arriba, casi lo estaría tocando.
El hígado tiene forma de pirámide y se divide en dos lóbulos: el derecho y el izquierdo. Los lóbulos se subdividen en segmentos. El hígado, contrario a la mayoría de los demás órganos, recibe sangre de dos fuentes: la arteria hepática suple al hígado con sangre rica en oxígeno. La vena porta transporta sangre rica en nutrientes desde los intestinos.
Usted no puede vivir sin el hígado. Éste realiza varias funciones importantes:
- Descompone y almacena muchos de los nutrientes que su intestino absorbe y que son necesarios para que su cuerpo funcione. Algunos nutrientes tienen que cambiarse (metabolizarse) en el hígado antes de que el resto del cuerpo los use como fuente de energía o para crear y reparar el tejido.
- Produce la mayoría de los factores de coagulacón que evitan que usted sangre demasiado cuando se corta o se lastima.
- Segrega bilis a los intestinos para ayudar a absorber los nutrientes (especialmente grasas).
- Desempeña una función muy importante en la eliminación de los desechos tóxicos del cuerpo.
El hígado está compuesto de diferentes tipos de célula. Por esto, se pueden formar varios tipos de tumores malignos (cancerosos) y benignos (no cancerosos) en el hígado. Las causas de estos tumores son diferentes, se tratan de maneras distintas y tienen un pronóstico diferente.
A. Tumores Benignos
Eran considerados como tumores infrecuentes en el hígado, hasta la aparición de hormonas anticonceptivas sobre todo orales. Es a partir del consumo de estos medicamentos, que se evidencia la mayor frecuencia de tumores benignos en el hígado. Estos son generalmente asintomáticos.
Cuando presentan síntomas es debido al proceso expansivo que producen con distensión de la cápsula de Glisson, originando dolor en el H.D., o también, cuando condicionan hemorragia interna, que en ocasiones puede ser masiva.
La clasificación de los tumores benignos en el hígado es la que considera el tejido del cual derivan. La clasificación más recomendable es la de Ishack and Goodman, que se transcribe a continuación:
• Tumores Epiteliales
Hepatocelular: Trasformación nodular, hiperplasia nodular focal, adenoma hepatocelular.
Colangio Celular: Adenoma de conductos biliares, cistoade-noma biliar.
• Tumores Mesenquiales
Tumores de tejido adiposo: Lipoma, fibrolipoma, angio-miolipoma
Tumores de tejido muscular: Leiomioma.
Tumores de vasos sanguíneos: Hemagioendotelioma infantil, hemangioma.
Tumores de tejido mesotelial: Mesotelioma benigno.
Tumores mixtos mesenquimales y epiteliales misceláneos: Hamartoma mesenquimal. Teratoma benigno, tumor de restos adrenales.
Restos celulares pancreáticos.
A continuación se describen algunos tumores más frecuentes, de variedad benigna:
Angiomas hepáticos: Son tumores congénitos, cuya característica principal es la neoformación de vasos según Aschoff. El tejido en que se sostienen los angiomas es de naturaleza conjuntivo fibrosa.
Existen diferentes tipos de angiomas, siendo los más frecuentes los de tipo cavernoso. Éste sigue en frecuencia de presentación a los tumores metastáticos. Son predominantes en el sexo femenino.
Clínicamente son poco manifiestos, casi asintomáticos, sobre todo cuando son pequeños. Pueden alcanzar grandes dimensiones, hasta de 30 cm de diámetro, condicionando dolor en el área hepática, naúseas o vómitos. Si se rompen, dan lugar a hemorragia intraabdominal.
Laparoscópicamente, se observan masas rojovinosas, de consistencia blanda, esponjosa y de bordes imprecisos. Sufren modificaciones en su evolución como:
Trombosis, calcificación, transformación fibrosa hialina o lipomatosa de su estroma, constituyendo las formas mixtas, supuración, osificación, degeneración neoplásica (angiosar-coma).
En los tumores pequeños tipo angiomas no complicados, la conducta es sólo de expectación. Cuando existe hemorragia, se opera de emergencia.
En los hemangiomas grandes y sintomáticos también se opera, practicando segmentectomías o lobectomías hepáticas. Puede en algunos casos hacerse embolectomía arterial o ligadura de la arteria hepática correspondiente.
• Hemangioendotelioma Infantil
Es considerado como la contraparte en el niño del heman-gioma cavernoso en el adulto. Es el tumor más común en la infancia, se presentan asociados a hemangiomas en piel. Cuando pequeños son asintomáticos; si son grandes, presentan crecimiento del hígado, insuficiencia cardiaca y heman-giomas cutáneos. Terapéuticamente, hay que controlar la insuficiencia cardiaca y luego evaluar si ha involucionado el tumor. El tratamiento quirúrgico es definitivo.
• Linfangiomas
Son una anomalía del sistema linfático. Tienen poca incidencia. Presentan canales linfáticos dilatados. El signo que predomina es la hepatomegalia. En la forma solitaria pueden evidenciarse como tumores de hasta 30 cm.
• Adenoma Hepatocelular
Esta tumoración es de presentación más frecuente a partir de la década de 1960 y está en correlación a la administración de anticonceptivos orales preferentemente. Los adeno-mas presentan dolor en el hipocondrio derecho o en el epigastrio, también presentan anorexia, naúseas y vómitos.
En oportunidades presentan un cuadro agudo de hemorragia interna por sangrado del tumor. El tratamiento es la resección quirúrgica del tumor. Pueden ser lesiones únicas de algunos centímetros, hasta de más de 20 cm. En los casos no quirúrgicos, se debe suspender la medicación y observar si regresiona.
• Hamartoma Mesenquimal
Tumoración rara, producto de una anomalía del desarrollo en la placa ductal. Se manifiesta en niños mayores de 2 años.
La presentación clínica es de un crecimiento abdominal progresivo, dolor, pérdida de peso, vómitos, diarreas, constipación. Macroscópicamente son tumoraciones solitarias y grandes de 20 cm de diámetro.
B. Tumores Malignos
• Cáncer Hepático
Al respecto es importante hacer algunas precisiones. En primer lugar, el cáncer a nivel del hígado puede originarse primariamente en él, a expensas de las células hepáticas que son el componente del parénquima hepático y que representa el 60% del volumen total del órgano o también en la mucosa de los conductillos biliares intrahepáticos. Se denomina hepatocarcinomas en el primer caso y colangiocarcinomas en el segundo. En ocasiones pueden ser hepatocolangiocar-cinomas. Los carcinomas primarios son de menor frecuencia que los carcinomas secundarios o metastásicos y difieren obviamente desde el punto de vista histológico, pues los últimos tienen la identidad y la estructura del órgano del que proceden.
• Cáncer Hepático Infantil
Otro aspecto a considerar, es que el cáncer primario del hígado infantil tiene una forma algo diferente al del cáncer en el adulto.
El cáncer hepático infantil es una neoplasia de poca frecuencia y se divide en dos grupos:
a) Hepatoblastoma,
b) Carcinoma Hepatocelular.
La edad de inicio del cáncer hepático en niños está relacionada con la histología del tumor.
Los hepatoblastomas se hacen presentes antes de los 3 años de edad, mientras que los carcinomas hepatocelulares tienen hasta 2 etapas con más incidencia. La primera en niños de 0 a 4 años de edad y la segunda en niños de 12 a 15 años de edad.
Las células del carcinoma hepatocelular de tipo “Adulto” son epiteliales comparadas con una apariencia embrionaria, menos diferenciada del hepatoblastoma.
Se ha descrito una variante histológica distintiva del carcinoma hepatocelular en los hígados no cirróticos de niños mayores y adultos jóvenes. Esta variante, llamada carcinoma fibrolamelar, se ha asociado con un mejor pronóstico.
La mayoría de los pacientes tienen un marcador tumoral (alfafetoproteína sérica) en el suero que refleja en forma paralela la actividad de la enfermedad. Una falta de disminución significativa en los niveles de alfafetoproteína en pacientes con tratamiento puede predecir una respuesta mala a la terapia. La ausencia de alfafetoproteína elevada puede ser un signo pronóstico precario en el hepatoblastoma; está asociada con la variante histológica de célula pequeña ana-plástica y responde muy poco a la terapia.
Se ha empleado un sistema de clasificación basado en el grado tumoral y en el grado de resección quirúrgica para agrupar a los niños con cáncer hepático. Este sistema de clasificación se emplea para determinar el tratamiento.
Etapa I.- El tratamiento inicial para la etapa I del cáncer del hígado infantil consiste en la remosión completa del tumor por resección en cuña, lobectomía o lobectomía extendida.
Etapa II.- El tratamiento para la etapa II del cáncer de hígado infantil consiste en la remosión macroscópica del tumor con enfermedad residual microscópica (Ejemplo: Márgenes positivos).
Etapa III.- En esta etapa, la enfermedad se considera inicialmente irresecable o resecable con tumor residual macroscópico, ganglios linfáticos positivos o tumor esparcido. Puede convertirse en resecable luego de quimioterapia intensiva.
Etapa IV.- En la etapa IV del cáncer de hígado infantil hay metástasis distante sin importar el grado de complicación hepática.
Por último, el cáncer hepático infantil recurrente es el que reaparece a distancia en el mismo foco de origen.
Estos conceptos son aplicables a los 2 tipos de tumor hepático infantil. O sea, hepatoblastoma y carcinoma hepatocelular.
• Cáncer Hepático en el Adulto
La forma hepatocelular es más frecuente (90%) que la colangiocelular. El cáncer primario del adulto se ha descrito asociado a la cirrosis en la mitad de los casos de autopsias.
Actualmente son cada vez más frecuentes los casos quirúrgicos de tumor único, masivo, sin cirrosis, localizado en un lóbulo. Adquieren dimensiones de hasta un peso de 1700 gramos. Son de consistencia sólida. Al corte son de tipo encefaloide. El hepatoma tiene por característica el invadir las gruesas venas, formando trombos tumorales. La trombosis neoplásica de las venas suprahepáticas condiciona la ascitis hemorrágica y el síndrome de Budd-Chiari.
Clínicamente puede confundirse con varios síndromes: 1.- tumoral; 2.- Cirrótico, con síntomas de dolor y ascitis hemo-rrágica; 3.- Febril, confundible con absceso hepático; 4.- Colostático con hiperbilirrubinemia e ictericia, por compresión de vías biliares intrahepáticas o invasión de la masa tumoral dentro de la vía biliar principal o de coágulos (hemo-bilia); 5.- forma aguda hemorrágica, por rotura en la cavidad peritoneal; 6.- Síndrome paraneoplásico, alteraciones en relación con la actividad metabólica o endocrina del tumor, que se suman a los cuadros anteriores: hipoglucemia, eritremia, porfiria, síndrome carcinoide.
El diagnóstico generalmente se realiza cuando el tumor adquiere bastante tamaño. El examen clínico, la ecografía, la tomografia axial computarizada (TAC) y/o la resonancia magnética, son elementos de diagnóstico útiles en el cáncer de hígado. La laparoscopía con biopsia hace el diagnóstico preciso.
Cuando el tumor es potencialmente resecable, debe prac-ticarse una angiografía para mayor orientación. Un procedimiento que puede tener resultado bueno en los tumores hipervascularizados es practicar la ligadura de la arteria hepática correspondiente y hacer perfusión de citostáticos. La hepatectomía subtotal reglada, que ablaciona el tumor con porción de glándula sana, es el más adecuado “si el tumor se presenta localizado como enquistado en el hígado sano”.
El carcinoma hepatocelular es potencialmente curable con resección quirúrgica, pero la cirugía es el tratamiento preferido para una fracción muy pequeña de pacientes, con enfermedad localizada.
El carcinoma hepatocelular se debe distinguir del cáncer de conductos biliares (Colangiocarcinoma), así como también del cáncer metastásico que se origina en otro órgano.
El marcador biológico A.F.P. es útil para el diagnóstico del carcinoma hepatocelular. Por medio de una técnica de radioinmunoanálisis, 50 a 70% de pacientes con carcinoma hepatocelular tienen niveles elevados de A.F.P.
Se ha demostrado que los niveles de A.F.P. tienen importancia pronóstica, siendo la supervivencia media de los pacientes negativos a A.F.P. significativamente mayor a la de pacientes positivos a A.F.P.
• Etapas del Cáncer de Hígado
El American Joint Committe on Cancer (A.J.C.C.) ha formulado etapas T.N.M. para el cáncer hepático de la siguiente forma:
Tumor primario (T)
TX: | No puede evaluarse tumor primario. |
T0: | No hay evidencia de tumor primario. |
T1: | Tumor solitario de 2 cm o menos de diámetro, sin invasión vascular. |
T2: | Tumor solitario de 2 cm o menos con invasión vascular; o tumores múltiples limitados a un lóbulo, ninguno con más de 2 cm de diámetro sin invasión vascular, o en tumor solitario de más de 2 cm de diámetro sin invasión vascular. |
T3: | Tumor solitario de más de 2 cm de diámetro con invasión vascular o tumores múltiples limitados a un lóbulo, ninguno más de 2 cm en dimensión mayor con invasión vascular o tumores múltiples, limitados a un lóbulo, cualquiera de más de 2 cm de diámetro con o sin invasión vascular. |
T4: | Tumores múltiples en más de un lóbulo o tumor(es) afectando una rama principal de la vena portal o de la hepática. |
Ganglios linfáticos regionales (N):
NX: No pueden evaluarse los ganglios linfáticos regionales
N0: No hay metástasis a ganglios linfáticos regionales.
N1: Metástasis o ganglios linfáticos regionales.
Nota: Los ganglios linfáticos regionales son los hiliares (es decir aquellos en el ligamento hepatoduodenal, ganglios hepáticos y periportales), también son los que están a lo largo de la vena cava inferior, arteria hepática y vena portal. Cualquier afección de ganglio linfático más allá de estos ganglios se consideran metástasis distantes y deberán ser codificadas como M1.
Metástasis distante (M):
MX: No puede evaluarse la presencia de metástasis distante.
M0: No hay metástasis distante.
M1: Metástasis distante.
Nota: Las metástasis ocurren con más frecuecia en huesos y pulmones.
• Grupos de Etapas del A.J.C.C.
Etapa I.- T1, N0, M0
Etapa II.- T2, N0, M0
Etapa III.- T1, N1, M0
T2, N1, M0
T3, N0, M0
T3, N1, M0
Etapa IV A.- T4, cualquier N, M0
Etapa IV B.- Cualquier T, cualquier N, M1.
Para fines de tratamiento, los pacientes con cáncer hepático se agrupan así:
- Enfermedad localizada resecable,
- Enfermedad localizada no resecable,
- Enfermedad avanzada.
Estos grupos se describen con las siguientes correlaciones T.N.M:
1. Localizada resecable
(T1, T2, T3, y T4, N0, M0, seleccionados)
Este tipo de cáncer hepático se limita a una masa solitaria, en una porción del hígado, que permite la posibilidad de remosión quirúrgica completa del tumor con un margen de hígado normal.
2. Localizado no resecable
(seleccionados T2, T3, T4, N0, M0)
Este tipo parece estar limitado al hígado, pero la resección quirúrgica de todo el tumor no es posible.
3. Avanzado
(cualquier T, N1 o M1)
El cáncer avanzado es aquél que se halla presente en ambos lóbulos del hígado o que ha metastasiado a lugares distantes.
4. Recurrente: significa que el cáncer ha vuelto a aparecer después de haber sido tratado.
Debido a la alta proporción de pacientes que sufren recaídas después de la cirugía de cáncer hepático localizado, se han empleado enfoques adyuvantes usando infusión arterial regional del hígado o terapia sistemática con agentes quimioterapéuticos.
C. Cáncer Secundario o Metastásico
Es más frecuente que el primario.
El tumor primario está condicionado en su pronóstico por la metástasis, sobre todo a nivel hepático, por tal razón deberá buscarse decididamente el foco de origen, por métodos clínicos y auxiliares. A expensas del sistema porta del hígado es sembrado secundariamente por los tumores de localización en el tubo digestivo o anexos.
La metástasis puede ser advertida precozmente, simultánea al tumor primario o tardíamente, a veces hasta 10 a 15 años después de la resección del tumor primario. Al examen laparoscópico o a cielo abierto, se observan nódulos múltiples, de diferentes tamaños, a veces confluentes, formando un tumor difuso infiltrante. Los nódulos centrales no son advertidos en forma simple.
El hígado también puede ser metastasiado por cánceres que asientan en las mamas, los pulmones, ovarios, riñón, etc.
El Neuroblastoma y el melanoma producen metástasis hacia el hígado muy frecuentemente.
El cáncer secundario se manifiesta clínicamente por hepato-megalia, nodulaciones, síndrome febril prolongado.
Puede haber colostasis por compresión o por infiltración de vías biliares principales, como también hemobilia. En cualquier momento la evolución se acelera por trombosis portal o suprahepática, con gran hepatomegalia, ascitis, ictericia, derrame pleural, fiebre, coma y muerte.
El tratamiento que se puede ofrecer es el de perfusión de citostáticos previa ligadura de la arteria hepática. La mortalidad en un periodo no mayor de un año es la regla.
Pueden ser utilizadas diferentes técnicas, como la enucleación del tumor cuando hay encapsulación y presencia de un plano de despegamiento. La desarterilización hepática, es decir, la ligadura total de la arteria hepática, para inducir la necrosis del tumor, complementada con infusión de citos-táticos por vena porta es también practicada. Está demostrada la tolerancia a la ligadura de la arteria hepática, siempre que haya excelente flujo por la vena porta.
Serían nefastas las causas que agravan la anoxia hepática, tipo hipovolemia, sepsis, distensión abdominal.
La resección del tumor con una porción del parénquima normal es la operación de elección para los tumores localizados.
El transplante hepático no es indicado por la invasión linfá-tica hacia el pedículo o hacia el mediastino.
Todas las acciones posibles son de carácter paliativo con la finalidad de lograr mayor supervivencia. No se puede pretender curación en casos de cáncer secundario.
• Cancer Metastásico por Contigüidad
Es cuando existe infiltración por vecindad al hígado, de tumores en órganos inmediatos, como estómago, riñones, a veces ángulo derecho del colon y también páncreas.
La mayor parte de las secciones que siguen a continuación se refieren sólo al cáncer hepatocelular.
Estadísticas clave del cáncer del hígado
En el 2007 se diagnosticaron en los Estados Unidos 19.160 (13.650 en hombres y 5.510 en mujeres) casos nuevos de cáncer primario del hígado y de cáncer intrahepático de los conductos biliares. Alrededor de 16.780 (11.280 hombres y 5.500 mujeres) personas en los Estados Unidos murieron a causa de estos cánceres durante el 2007.
El porcentaje de estadounidenses que contraen cáncer de hígado ha estado aumentando en la segunda mitad del siglo 20, aunque la tasa parece haberse mantenido estable en los años recientes. El número de casos actuales ha subido, pero esto se debe al aumento en la población.
El cáncer del hígado es más común en los hombres que en las mujeres, aunque este cáncer es relativamente poco común en ambos grupos de este país. El riesgo promedio de un hombre de contraer cáncer del hígado o cáncer intrahepático de los conductos biliares durante su vida es de 0.88% (alrededor de 1 en 114), mientras que el riesgo promedio de la mujer es de 0.4% (alrededor de 1 en 250). La mayoría de los casos ocurre en personas con riesgos factores de riesgo.
La edad media en el momento del diagnóstico de cáncer del hígado es de 65 años. Más del 90% de las personas diagnosticadas con cáncer del hígado tienen entre 45 y 85 años de edad. Aproximadamente 4% de esas personas tienen entre 35 y 44 años de edad, y menos del 3% tienen menos de 35 años.
Este cáncer es muchas veces más común en países en desarrollo del este de Asia y África que en los Estados Unidos. En muchos de estos países el cáncer del hígado es el tipo más común de cáncer. Más de 500.000 personas son diagnosticadas con este cáncer cada año en el mundo.
DETECCCIÓN Y SÍNTOMAS
¿Se puede detectar a tiempo el cáncer del hígado?
Debido a que los signos y los síntomas generalmente no aparecen hasta que el cáncer se encuentra en sus etapas avanzadas, el cáncer del hígado raras veces se diagnostica temprano. Los tumores pequeños del hígado son difíciles de detectar mediante un examen físico porque las costillas derechas cubren la mayor parte del hígado. Para cuando un tumor puede ser palpado, puede que ya sea bastante grande.
Muchos pacientes que contraen cáncer del hígado tienen cirrosis (formación de tejido cicatricial causada por el daño a las células hepáticas) desde hace tiempo. Si un paciente de cirrosis empeora sin razón aparente, los médicos deben sospechar que la causa pudiera ser el cáncer del hígado y deben realizar las pruebas correspondientes.
Si se conoce que la persona tiene cirrosis, independientemente de la causa, la mayoría de los médicos recomiendan pruebas de detección para el cáncer del hígado cada seis meses con pruebas de alfafetoproteína y ecografía. Sin embargo, aún no está claro si las pruebas de detección darán como resultado un tratamiento más eficaz contra el cáncer del hígado.
Análisis de sangre de la alfafetoproteína (AFP)
La AFP es una proteína que normalmente se encuentra en altos niveles en la sangre de los fetos, pero que desaparece poco después del nacimiento. Si se encuentra en la sangre de los adultos, esto sugiere que la persona pudiera tener cáncer del hígado u otros cánceres, como el cáncer testicular o neoplasmas trofoblásticos del embarazo. También puede ser encontrada en la sangre de las mujeres embarazadas si hay daño en la placenta.
Las pruebas de la AFP se usan para detectar tumores iniciales en las personas que tienen un alto riesgo de contraer cáncer del hígado. Sin embargo, por lo general no se recomienda como prueba de rutina para detectar el cáncer del hígado en las personas en riesgo promedio ya que hay problemas potenciales con su uso. Algunos tumores del hígado no producen mucha cantidad de esta proteína. Con frecuencia, para cuando el nivel de AFP está elevado, el tumor es demasiado grande como para que se pueda extirpar o se ha propagado fuera del hígado. Algunas enfermedades no cancerosas del hígado también pueden aumentar los niveles de la AFP.
En los lugares en los que el cáncer del hígado es muy común, el uso del análisis de sangre de la AFP para detectar este cáncer ha resultado en la detección de muchos tumores en una etapa más temprana. Aun así, muchos expertos creen que las pruebas de la AFP no son lo suficientemente sensibles para las personas que viven en los Estados Unidos y en Europa, por lo que recomiendan la ecografía (vea información más adelante) como prueba principal, y se sigue midiendo el nivel de AFP.
Ecografía (ultrasonido)
La ecograf�a es una prueba que usa ondas sonoras y sus ecos para crear una imagen de los �rganos internos o masas. Un peque�o instrumento llamado transductor emite ondas sonoras y recoge los ecos cuando rebotan en los �rganos. Una computadora convierte los ecos en una imagen que aparece en la pantalla. Este estudio puede mostrar masas que est�n creciendo en el h�gado, las cuales entonces pueden someterse a prueba para determinar si son cancerosas, si es necesario.
�ste es un procedimiento muy f�cil de realizar. No usa radiaci�n, raz�n por la que a menudo se usa para examinar fetos en desarrollo. Cuando se somete a una ecograf�a, usted simplemente se acuesta en una mesa mientras el transductor (en forma de varita) se coloca en la piel sobre la parte del cuerpo bajo estudio. Generalmente, se lubrica primero la piel con aceite.
Esta prueba se usa en las personas que tienen ciertos factores de riesgo de c�ncer de h�gado para ayudar a detectarlo m�s temprano. Muchos expertos recomiendan que la prueba debe hacerse cada seis a doce meses. Sin embargo, nadie sabe por seguro cu�l debe ser el intervalo correcto de las pruebas.
¿Quién debe hacerse las pruebas de detección?
Las personas con un riesgo m�s alto de c�ncer del h�gado pueden beneficiarse de las pruebas de detecci�n. Muchos m�dicos recomiendan las pruebas para ciertos grupos. Esto incluye a las personas con cirrosis debido a HBV, HCV, alcohol, hemocromatosis, u otras causas. In particular, si la cirrosis de una persona es tan grave que no puede esperar a recibir un trasplante de h�gado, �l o ella debe hacerse las pruebas. De no ser as�, el c�ncer puede ocurrir durante el tiempo de espera y volverse tan avanzado que sea incurable. El surgimiento de un c�ncer tambi�n har� que la persona adquiera prioridad en la lista de espera para el transplante.
Algunas personas con infecciones cr�nicas de HBV o HCV tambi�n deben hacerse las pruebas, como las que tienen un antecedente en la familia de c�ncer del h�gado. En otros grupos con riesgo aumentado, los beneficios de las pruebas puede que no sean tan claros. Si cree que est� en riesgo aumentado para el c�ncer del h�gado, preg�ntele a su m�dico si las pruebas son una buena opci�n para usted.
¿Cómo se diagnostica el cáncer del hígado?
Signos y síntomas del cáncer del hígado
Aunque los signos y los s�ntomas generalmente no se presentan hasta las etapas avanzadas del c�ncer del h�gado, a veces pueden presentarse temprano y resultar en un diagn�stico m�s temprano. Muchos signos y s�ntomas del c�ncer del h�gado no son relativamente espec�ficos. Su causa puede ser otros c�nceres o enfermedades que no son cancerosas. De todos modos, si usted tiene alguno de los siguientes problemas visite a su m�dico inmediatamente:
- Pérdida de peso inexplicada.
- Pérdida constante de apetito.
- Sensación de sentirse muy lleno después de una comida pequeña (saciedad precoz).
- Agrandamiento del hígado o una masa que puede ser palpada en el área del hígado (el lado derecho superior del abdomen).
- Agrandamiento del bazo (masa que se puede palpar en la lado izquierdo superior del abdomen).
- Dolor persistente en el abdomen.
- Hinchazón o acumulación de líquido en el abdomen.
- Comezón en la piel.
- Coloración amarillento de la piel y los ojos (ictericia).
- Venas agrandadas que se vuelven visibles a través de la piel.
- Deterioro en su condición si usted tiene hepatitis crónica o cirrosis.
Algunos tumores del hígado producen hormonas que actúan en otros órganos aparte del hígado. Estas hormonas pueden causar:
- Altos niveles de calcio en la sangre (hipercalcemia), lo que puede causar debilidad o problemas musculares.
- Bajos niveles de azúcar en la sangre (hipoglucemia), lo que puede causar cansancio o debilidad.
- Agrandamiento de los senos en los hombres (ginecomastia).
Si usted presenta uno o más de estos síntomas, su médico tratará de determinar si se deben a cáncer de hígado o a alguna otra causa.
Historia y examen físico
El m�dico tomar� su historia m�dica completa (entrevista m�dica) para ver si hay factores de riesgo y s�ntomas. Luego le har� un examen para buscar signos de c�ncer del h�gado y de otros problemas de salud. El m�dico probablemente prestar� atenci�n especial a su abdomen.
Estudios por imágenes
Ultrasonograf�a (ultrasonido). Este estudio se usa para encontrar masas en el h�gado. Se describe en la secci�n "�Se puede detectar el c�ncer del h�gado en sus etapas iniciales?"
Tomograf�a computarizada (TC o CT/CAT, por sus siglas en ingl�s). Esta prueba es un procedimiento radiol�gico que produce im�genes transversales detalladas de su cuerpo. Este estudio es muy �til para identificar muchos tipos de tumores del h�gado.
En lugar de tomar una sola imagen, como se hace en una radiograf�a convencional, una tomograf�a computarizada toma muchas im�genes mientras rota a su alrededor. Luego una computadora combina �stas en im�genes de las secciones de la parte de su cuerpo bajo estudio. A menudo, despu�s de tomar el primer grupo de fotograf�as, usted recibir� una inyecci�n intravenosa de un agente de radiocontraste, un tinte especial que ayuda a delinear mejor las estructuras en su cuerpo. Luego se toma un segundo grupo de im�genes.
Usted pudiera necesitar una l�nea intravenosa (IV) para inyectarle el material de contraste. La inyecci�n puede causar cierto enrojecimiento y sensaci�n de calor. Algunas personas son al�rgicas y les da urticaria o raras veces otras reacciones m�s graves como dificultad para respirar y presi�n arterial baja. Aseg�rese de decirle al m�dico si alguna vez ha tenido una reacci�n a cualquier material de contraste utilizado para los rayos X.
Este procedimiento toma m�s tiempo que las radiograf�as comunes. Usted necesita permanecer acostado en una camilla por 15 a 30 minutos mientras se hace el estudio. Adem�s, es posible que se sienta un poco encerrado por la m�quina bajo la cual permanece acostado durante la toma de im�genes. Pero al igual que otros dispositivos computarizados, cada vez son m�s r�pidas.
Im�genes por resonancia magn�tica (MRI, en ingl�s). Las IRM utilizan ondas radiales y potentes imanes en lugar de rayos X. La energ�a de las ondas radiales es absorbida por el cuerpo y luego liberada en un patr�n formado por el tipo de tejido del cuerpo y por ciertas enfermedades. Una computadora traduce el patr�n en una imagen muy detallada de las partes del cuerpo. Al igual que la TC, este estudio produce im�genes de secciones transversales del cuerpo. Un IRM tambi�n puede producir secciones que son paralelas a la longitud de su cuerpo. Al igual que en la tomograf�a computarizada, se puede inyectar un material de contraste.
Las im�genes por resonancia magn�tica son muy �tiles para observar los c�nceres del h�gado. En ocasiones se puede distinguir un tumor benigno de uno maligno.
Las im�genes por resonancia magn�tica pueden ser un tanto m�s inc�modas que la tomograf�a computarizada. Toman m�s tiempo, con frecuencia hasta una hora. A usted lo pueden introducir en un tubo que lo restringe y que puede afectar a las personas claustrof�bicas. Las m�quinas m�s nuevas �MRI abiertas� pueden ayudar a las personas que enfrentan este temor, si es necesario. La m�quina produce un zumbido que puede resultar inc�modo. En algunos lugares se ofrecen aud�fonos con m�sica para bloquear este ruido.
Angiograf�a. Este es un procedimiento radiol�gico para examinar los vasos sangu�neos. Se inyecta un medio de contraste en una arteria antes de que se tomen las radiograf�as. El tinte delinea los vasos sangu�neos en las im�genes radiogr�ficas.
La angiograf�a es �til para mostrar las arterias que le suplen sangre a un c�ncer del h�gado. Esta informaci�n puede ayudar a los cirujanos a decidir si un c�ncer se puede extirpar y, de ser as�, provee ayuda para planificar la operaci�n.
Las t�cnicas nuevas pueden ayudar a que las im�genes de la angiograf�a sean m�s precisas. En la angiograf�a por sustracci�n digital se utilizan computadoras para producir im�genes m�s detalladas de los vasos sangu�neos. La tomograf�a computarizada de secuencia din�mica combina la tomograf�a computarizada con la angiograf�a. Esta prueba no se usa rutinariamente pero en ocasiones es �til para planificar una cirug�a.
La angiograf�a puede ser un procedimiento inc�modo porque el radi�logo que lo realiza tiene que insertar un peque�o cat�ter en la arteria que conduce a su h�gado. Usualmente el cat�ter se coloca en una arteria en la parte interna del muslo y se gu�a hasta la arteria del h�gado. Algunas veces se usa un anest�sico local para adormecer el �rea antes de insertar el cat�ter. Luego se inyecta r�pidamente el tinte para delinear todos los vasos mientras se toman las radiograf�as.
Para m�s informaci�n sobre estos procedimientos por im�genes rem�tase al documento "Estudios de im�genes (radiol�gicos)".
Otros procedimientos
Laparoscopia. En este procedimiento se usa un tubo delgado e iluminado conectado a un monitor de v�deo para permitirle al m�dico ver el h�gado y otros �rganos internos. El tubo se inserta a trav�s de una peque�a incisi�n en el frente del abdomen. La laparoscopia provee una perspectiva de los �rganos, que puede ayudar en la planificaci�n de la cirug�a o de otros tratamientos. Adem�s, los m�dicos pueden usar peque�os instrumentos a trav�s de este tubo para extraer peque�as muestras de tejido (biopsias) para observarlas bajo el microscopio.
La laparoscopia se practica generalmente en un centro ambulatorio, pero es como una operaci�n. A usted se le sedar� (ponerle a dormir), y el �rea donde se har� la incisi�n estar� adormecida. Debido a que el cirujano s�lo hace una peque�a incisi�n para introducir los tubos, usted no sentir� mucho dolor despu�s de la cirug�a. Usted podr� regresar a casa despu�s de que se recupere de la anestesia.
Biopsia. En la mayor�a de los casos, la �nica manera de confirmar la presencia de c�ncer del h�gado es haciendo una biopsia (muestra del tejido del tumor) y observando la muestra bajo un microscopio. Sin embargo, en algunos casos, si los estudios por im�genes (la tomograf�a computarizada o las im�genes por resonancia magn�tica) muestran un tumor que probablemente sea canceroso y los an�lisis de sangre revelan un nivel de AFP muy alto, es posible que no sea necesaria una biopsia.
Existen varios m�todos de biopsia que se pueden usar para tomar muestras del tejido del h�gado.
Biopsias quir�rgicas: durante una operaci�n quir�rgica se puede hacer una biopsia incisional (extracci�n de un pedazo del tumor) o se puede hacer una biopsia escisional (extracci�n del tumor en su totalidad con algo de tejido normal del h�gado adyacente). No obstante, puesto que los m�dicos generalmente prefieren conocer el tipo exacto de tumor antes de la cirug�a, se usan con frecuencia otros tipos de m�todos de biopsia.
Biopsia con aguja: si el tumor es muy grande, o se ha propagado por todo el h�gado, se puede colocar una aguja a trav�s de la piel en el abdomen hasta llegar al h�gado. La piel en la que se coloca la aguja se adormecer� con anestesia local. Luego, se succionan algunas c�lulas del tumor con una jeringuilla. Si el tumor es m�s peque�o, el m�dico puede utilizar la ecograf�a o la tomograf�a computarizada para guiar la aguja. En este m�todo el m�dico va avanzando lentamente la aguja mientras verifica su posici�n con uno de estos estudios por im�genes. Cuando las im�genes muestran que la aguja se encuentra en el tumor, se extrae una muestra y se env�a al laboratorio para analizarla bajo un microscopio.
Biopsia laparosc�pica: las muestras de la biopsia tambi�n se pueden tomar durante una laparoscopia. Esto le permite al m�dico observar la superficie del h�gado y tomar muestras de �reas que parezcan anormales.
Pruebas de laboratorio
An�lisis de sangre de la alfafetoprote�na (AFP). Esto se describe en la secci�n "�Se puede detectar el c�ncer del h�gado en sus etapas iniciales?" Puede ser �til en determinar si una masa del h�gado pudiera ser c�ncer, aunque no es preciso en cada caso. La prueba de AFP puede ser �til en las personas diagnosticadas con c�ncer del h�gado. Adem�s, el nivel de AFP puede ayudar a indicar qu� opciones de tratamiento pudieran ser adecuadas. La prueba tambi�n puede usarse para ayudar a dar una idea de cu�n eficaz es el tratamiento, ya que el nivel de AFP debe bajar despu�s del tratamiento. Tambi�n puede ser usada despu�s del tratamiento para identificar posibles signos de que el c�ncer ha regresado (recurrido).
Otros an�lisis de sangre. Debido a que el c�ncer del h�gado a menudo surge en los h�gados que han sufrido da�os, los m�dicos necesitan saber en qu� estado se encuentra su h�gado antes de proceder con el tratamiento. Una serie de an�lisis de sangre puede ayudar con esto. Estas pruebas del funcionamiento hep�tico pueden evaluar el estado de la parte de su h�gado no afectado por el c�ncer. Las pruebas analizan los niveles de ciertas sustancias en su sangre, tal como la bilirrubina, la alb�mina, la fosfatasa alcalina, AST, ALT, y GGT. Puesto que la cirug�a pudiera requerir que el m�dico extirpe una buena parte de su h�gado, es posible que usted no pueda someterse a una cirug�a curativa si su h�gado no est� saludable. �ste es un problema com�n en las personas con c�ncer de h�gado.
El h�gado tambi�n produce prote�nas que ayudan a que la sangre se coagule cuando usted tiene sangrado. Un h�gado da�ado puede que no produzca suficientes de estos factores de coagulaci�n, lo que pudiera aumentar su riesgo de hemorragia. Es posible que su m�dico ordene an�lisis de sangre, tales como tiempo de protrombina (PT) para evaluar el riesgo.
Si a�n no se ha diagnosticado el c�ncer del h�gado, su m�dico tambi�n pudiera ordenar otros an�lisis de sangre, como pruebas para detectar hepatitis B y C. Si los resultados muestran que usted ha sido infectado con cualquiera de estos virus, hay una probabilidad mayor de que se trate de c�ncer del h�gado.
¿Cómo se clasifica por etapas el cáncer del hígado?
La clasificaci�n por etapas es el proceso de descubrir cu�nto se ha propagado el c�ncer. La etapa de un c�ncer del h�gado es el factor m�s importante para considerar las opciones de tratamiento. Las pruebas que se describieron anteriormente (en la secci�n ��C�mo se diagnostica el c�ncer del h�gado?�) son las que se usan para determinar la etapa del c�ncer.
El sistema de clasificaci�n por etapas es una manera estandarizada que tiene su equipo de profesionales de atenci�n del c�ncer para resumir la informaci�n sobre cu�nto se ha propagado un c�ncer. El sistema principal de clasificaci�n por etapas utilizado para describir las etapas del c�ncer del h�gado es el sistema TNM de la American Joint Committee on Cancer (AJCC). Sin embargo, existen otros sistemas, pero ninguno ha sido aceptado universalmente.
Sistema TNM de la American Joint Committee on Cancer (AJCC)
Contiene tres piezas clave de información:
- La letra T describe el n�mero y el tamaño del tumor(s) primario, medido en centímetros (cm), y si el cáncer se ha propagado a los órganos adyacentes al tumor.
- La N describe la extensi�n de la propagaci�n a los ganglios linf�ticos regionales (regionales).
- M indica si el c�ncer ha hecho met�stasis (se ha propagado) a otros �rganos del cuerpo. (El c�ncer del h�gado se propaga con m�s frecuencia a los pulmones y a los huesos).
Los números o las letras que aparecen después de la T, N y M proveen más detalles acerca de cada uno de estos factores:
- Los números del 0 al 4 indican gravedad en orden ascendente.
- La letra X significa que �no puede ser evaluado� debido a que la informaci�n no est� disponible.
Grupos T
- TX: no se puede evaluar el tumor primario.
- T0: no existe evidencia de tumor primario.
- T1: un solo tumor (de cualquier tamaño) sin invasión a los vasos sanguíneos.
- T2: un solo tumor (de cualquier tamaño) con invasión a los vasos sanguíneos, O múltiples tumores que miden menos de 5 cm (aproximadamente 2 pulgadas) de ancho.
- T3: múltiples tumores que miden más de 5 cm (aproximadamente 2 pulgadas) de ancho, O un tumor afecta una rama principal de la(s) vena(s) porta o vena hepática.
- T4: el tumor invade un órgano adyacente (además de la vesícula biliar), O el tumor invade el peritoneo visceral (recubrimiento que rodea al hígado)
Grupos N
- NX: no se pueden evaluar los ganglios linfáticos regionales.
- N0: no hay propagación a los ganglios linfáticos regionales.
- N1: el cáncer se propaga a los ganglios linfáticos regionales.
Grupos M
- MX: no se puede evaluar la presencia de propagación a distancia.
- M0: no hay propagación a los ganglios linfáticos distantes ni a otros órganos.
- M1: el cáncer se ha propagado a ganglios linfáticos distantes o a otros órganos.
Agrupación de las etapas
Los grupos T, N y M son entonces combinados para proporcionar una etapa general:
Etapa I: T1, N0, M0: hay un solo tumor (de cualquier tamaño) que no invade los vasos sanguíneos.
Etapa II: T2, N0, M0: hay un solo tumor (cualquier tamaño) que invade los vasos sanguíneos; O hay varios tumores, y todos miden menos de 5 cm (2 pulgadas) de diámetro.
Etapa IIIB: T4, N0, M0: un tumor invade un órgano adyacente (además de la vesícula biliar), o un tumor ha penetrado la capa exterior del hígado.
Etapa IIIC: cualquier T, N1, M0: el cáncer ha invadido a los ganglios linfáticos adyacentes. (Los tumores pueden ser de cualquier tamaño o número).
Etapa IV: cualquier T, Cualquier N, M1: el cáncer se ha propagado a otras partes del cuerpo. (Tumores pueden ser de cualquier tamaño o número, y los ganglios linfáticos pueden estar afectados o tal vez no).
Cáncer del hígado localizado resecable, localizado irresecable y avanzado
Para prop�sitos de tratamiento, los m�dicos a menudo clasifican a los c�nceres del h�gado bas�ndose en si pueden o no extirparlos completamente (resecable). Resecable es el t�rmino m�dico que significa "que se puede extirpar mediante cirugía".
Menos del 30% de los pacientes con c�ncer del h�gado tienen tumores resecables que se pueden extirpar completamente mediante cirug�a. Esto incluir�a a la mayor�a de las etapas I y algunos c�nceres en etapa II del sistema TNM.
Los c�nceres que no se hayan propagado fuera del h�gado, pero que no se puedan extirpar completamente mediante cirug�a, se clasifican como localizados irresecables. Esto incluir�a a algunos c�nceres en etapa temprana, as� como c�nceres en etapa IIIA y IIIB del sistema TNM. Hay varias razones por las cuales pudiera no ser posible extirpar de manera segura un c�ncer localizado del h�gado. Si la parte de su h�gado que no tiene c�ncer no est� saludable (debido a cirrosis, por ejemplo), es posible que la cirug�a no deje suficiente tejido hep�tico como para que funcione adecuadamente. Adem�s, es posible que la cirug�a curativa no sea viable si su c�ncer se ha propagado por todo el h�gado o est� cerca del �rea donde se une a las arterias, las venas y los conductos biliares principales.
El c�ncer que se ha propagado a los ganglios linf�ticos o a otros �rganos se clasifica como avanzado. �stos incluir�n a los c�nceres en etapa IIIC y en etapa IV del sistema TNM. La mayor�a de los c�nceres del h�gado avanzados no pueden ser tratados mediante cirug�a.
Tasas de supervivencia basadas en la extensión del cáncer de hígado
Debido a que los s�ntomas de c�ncer del h�gado con frecuencia no aparecen hasta que la enfermedad est� avanzada, s�lo una peque�a cantidad de tumores cancerosos del h�gado se detectan en sus etapas iniciales y se pueden extirpar con cirug�a. La tasa de supervivencia a cinco a�os para los pacientes con c�ncer en etapa inicial resecable est� entre el 30% al 60%. Este porcentaje disminuye en casos de c�nceres m�s avanzados o de enfermedad hep�tica m�s grave.
La tasa de supervivencia a cinco a�os para las personas con c�ncer del h�gado avanzado (c�ncer que se ha propagado ampliamente por todo el h�gado o a lugares distantes) es menos del 5%, y el tiempo promedio de supervivencia a menudo se mide en meses.
La tasa de supervivencia a cinco a�os general para el c�ncer del h�gado es de menos del 10%. Una de las razones para esta tasa de supervivencia baja consiste en que la mayor�a de los pacientes con c�ncer del h�gado tambi�n tienen otros problemas del h�gado, como cirrosis, la cual por s� solo puede ser fatal.
La tasa de supervivencia a cinco a�os se refiere al porcentaje de los pacientes que viven por los menos cinco a�os a partir de que se les diagnostica el c�ncer. Las tasas de supervivencia a cinco a�os se usan para producir una manera convencional al hablar sobre el pron�stico. Por supuesto, algunas personas viven mucho m�s de cinco a�os.
Puntuación "Child-Pugh" (sistema de clasificación de la cirrosis)
Debido a que las personas con c�ncer de h�gado a menudo tienen dos enfermedades, c�ncer y cirrosis, los m�dicos que tratan el c�ncer del h�gado necesitan saber la extensi�n de la cirrosis. Ellos usan un sistema llamado puntuaci�n Child-Pugh. Este sistema depende de cinco factores, los primeros tres de �stos son pruebas de sangre:
- Niveles sangu�neos de bilirrubina (sustancia que puede causar que los ojos y la piel se torne amarillenta).
- Niveles sangu�neos de alb�mina (una prote�na principal que normalmente es producida por el h�gado).
- Tiempo de protrombina (mide cu�n bien el h�gado est� produciendo factores de coagulaci�n sangu�nea).
- Si hay l�quido en el abdomen.
- Si la enfermedad del h�gado est� afectando las funciones cerebrales.
Según esta puntuaci�n, la funci�n del h�gado se divide en tres clases. Si todos estos factores son normales, entonces a la funci�n del h�gado se le llama clase A. Las anomal�as leves le clasifican como clase B, mientras que las graves como clase C. Las personas con c�ncer del hígado y cirrosis de clase C usualmente están demasiado enfermas como para recibir tratamiento.
PREVENCION Y FACTORES DE RIESGO
¿Cuáles son los factores de riesgo del cáncer del hígado?
Un factor de riesgo es todo aquello que afecta la probabilidad de que usted contraiga una enfermedad, como por ejemplo el c�ncer. Los distintos tipos de c�ncer conllevan diferentes factores de riesgo. Por ejemplo, la exposici�n sin protecci�n a los rayos solares fuertes es un factor de riesgo para el c�ncer de la piel. El fumar es un factor de riesgo del c�ncer en varios �rganos. Sin embargo, los factores de riesgo no son absolutos. El tener un factor de riesgo, o incluso varios factores, no significa que una persona contraer� la enfermedad. Adem�s, muchas personas que contraen la enfermedad puede que no tengan ning�n factor de riesgo conocido.
Los cient�ficos han encontrado varios factores de riesgo que hacen que las personas tengan mayores probabilidades de contraer el carcinoma hepatocelular (HCC).
Sexo
El carcinoma hepatocelular es muchas veces m�s com�n en los hombres que en las mujeres, aunque gran parte de esto es muy probable que se deba a las diferencias en comportamientos que afectan los factores de riesgo descritos anteriormente. El subtipo de HCC fibrolamelar ocurre aproximadamente en igual n�mero en ambos sexos.
Hepatitis viral cr�nico
La infecci�n cr�nica con el virus de la hepatitis B y el virus de la hepatitis C (HBV y HCV, por sus siglas en ingl�s) es el factor de riesgo m�s com�n del c�ncer del h�gado. Estas infecciones causan cirrosis del h�gado (vea informaci�n m�s adelante) y son las responsables de que el c�ncer del h�gado sea el tipo de c�ncer m�s com�n en muchas partes del mundo.
En los Estados Unidos, las infecciones con hepatitis C es la causa m�s com�n de c�ncer hepatocelular, mientras que en Asia y en los pa�ses en desarrollo, la hepatitis B es m�s com�n. Las personas infectadas con ambos virus tienen un riesgo muy alto de contraer hepatitis cr�nica, cirrosis y c�ncer del h�gado.
El HBV y el HCV se propagan de persona a persona por compartir agujas contaminadas (entre usuarios de drogas), sexo sin protecci�n, o en nacimiento. Ellos tambi�n pueden ser pasados a trav�s de transfusiones de sangre, aunque esto ha ocurrido pocas veces en los Estados Unidos desde que comenz� las pruebas de productos sangu�neos para estos virus. En los pa�ses en desarrollo, los ni�os algunas veces contraen infecciones de hepatitis B debido al contacto prolongado con familiares que est�n infectados.
De los dos virus, la infecci�n con HBV es m�s probable que cause s�ntomas, como enfermedades parecidas a la gripe, y una pigmentaci�n amarilla de los ojos (ictericia). No obstante, la mayor�a de las personas se recuperan completamente de la infecci�n con HBV dentro de pocos meses. S�lo un porcentaje muy peque�o de adultos se vuelven portadores cr�nicos (y tienen un riesgo mayor de c�ncer del h�gado), pero el riesgo es mayor en los infantes y los ni�os peque�os que se infectan.
Por otro lado, es menos probable que el HCV cause s�ntomas. Sin embargo, la mayor�a de las personas con HCV contraen infecciones cr�nicas, las cuales con m�s probabilidad causen da�o hep�tico o incluso c�ncer.
Otros virus tambi�n pueden causar hepatitis, tal como el virus de la hepatitis A y el de la hepatitis E. Sin embargo, las personas infectadas con estos virus no contraen hepatitis cr�nica, ni cirrosis, y tampoco tienen un riesgo aumentado de c�ncer del h�gado.
Cirrosis
La cirrosis es una enfermedad en la que las c�lulas del h�gado se han da�ado y reemplazado por tejido cicatricial. Las personas con cirrosis tienen un riesgo aumentado de c�ncer del h�gado. La mayor�a (no todas) de las personas que contraer c�ncer del h�gado ya tienen cierta evidencia de cirrosis.
Existen varias posibles causas para la cirrosis. En los Estados Unidos, la mayor�a de los casos ocurre en personas que abusan del alcohol. Las infecciones cr�nicas con HVB o HCV tambi�n son causas principales para cirrosis.
Ciertos tipos de enfermedades metab�licas hereditarias (vea informaci�n m�s adelante) pueden ocasionar problemas en el h�gado, lo que conduce a cirrosis. Algunos tipos de enfermedades autoinmunes que afectan el h�gado tambi�n pueden causar cirrosis.
Enfermedades metab�licas hereditarias
Ciertas enfermedades metab�licas hereditarias pueden causar cirrosis. Las personas con hemocromatosis absorben demasiado hierro del alimento que consumen. Estas personas tienen m�s probabilidad de contraer cirrosis debido de los altos niveles de hierro en el h�gado. Otras enfermedades poco comunes que aumentan el riesgo de c�ncer de h�gado incluyen tirosinemia, deficiencia de antitripsina alfa-1, porfiria cut�nea tarda, enfermedad por almacenamiento de gluc�geno y la enfermedad de Wilson.
Diabetes
La diabetes tambi�n puede aumentar el riesgo de c�ncer del h�gado, usualmente en los pacientes que tienen otros factores de riesgo, tales como consumo exagerado de alcohol y/o hepatitis cr�nica viral.
Obesidad
La obesidad puede aumentar el riesgo de contraer c�ncer del h�gado, probablemente debido a que puede causar enfermedad del h�gado graso y cirrosis.
Aflatoxinas
Estas sustancias que causan c�ncer son producidas por un hongo que contamina al man�, el trigo, la soya, las nueces molidas, el ma�z y el arroz. Almacenar estos productos en un ambiente h�medo caliente puede causar el crecimiento de este hongo. Aunque esto puede ocurrir en casi cualquier parte del mundo, es m�s com�n en pa�ses tropicales y m�s calientes. Los pa�ses desarrollados en Europa y los Estados Unidos realizan pruebas para regular el contenido de aflatoxinas en los alimentos. La exposici�n prolongada a estas sustancias es un factor de riesgo principal para el c�ncer del h�gado. El riesgo aumenta a�n m�s en las personas con infecciones de hepatitis B o C.
Cloruro de vinilo y dióxido de torio (Thorotrast)
Estos qu�micos son factores de riesgo del angiosarcoma del h�gado (vea la secci�n "�Qu� es el c�ncer del h�gado?"). Tambi�n aumentan el riesgo de contraer colangiocarcionma y c�ncer hepatocelular, pero a un grado mucho menor. El cloruro de vinilo es un qu�mico que se usa en la fabricaci�n de algunos tipos de pl�stico. El Thorotrast es un qu�mico que se les inyectaba antes a algunos pacientes como parte de ciertas pruebas radiol�gicas. Cuando se identificaron las propiedades cancer�genas de estos qu�micos, se tomaron medidas para eliminarlos o para reducir la exposici�n a �stos. El Thorotrast ya no se usa y la exposici�n de los trabajadores al cloruro de vinilo est� regulada estrictamente.
Esteroides anabólicos
Los esteroides anab�licos son hormonas masculinas que algunos atletas utilizan para aumentar su fuerza. El uso prolongado de los esteroides anab�licos puede aumentar levemente el riesgo de c�ncer hepatocelular. Los esteroides parecidos a la cortisona, como la hidrocortisona, la prednisona y la dexametasona, no conllevan este mismo riesgo.
Ars�nico
La exposici�n cr�nica al agua potable contaminada naturalmente con ars�nico, como la obtenida de algunos pozos, aumenta el riesgo de algunos tipos de c�ncer del h�gado. Esto es m�s com�n en el este de Asia, aunque puede ser un asunto de preocupaci�n en algunas �reas de los Estados Unidos.
Factores con efectos inciertos, controvertidos o no comprobados sobre el riesgo de cáncer del hígado
Pastillas anticonceptivas
Las pastillas anticonceptivas, tambi�n conocidas como contraceptivos orales, son una causa de los tumores benignos llamados adenomas hep�ticos. Tambi�n pueden aumentar ligeramente el riesgo de c�ncer hepatocelular. La mayor�a de los estudios que asocian los anticonceptivos orales con el c�ncer de h�gado incluyen tipos de p�ldoras que ya no se utilizan. Las pastillas anticonceptivas modernas tienen diferentes tipos de estr�geno, diferentes dosis de estr�geno y diferentes combinaciones de estr�genos con otras hormonas. No se conoce si las pastillas nuevas aumentan significativamente el riesgo de c�ncer de h�gado.
Consumo de tabaco
Algunos estudios han encontrado una asociaci�n entre el fumar y el c�ncer del h�gado. Sin embargo, se desconoce la extensi�n de esta asociaci�n.
¿Sabemos qué causa el cáncer del hígado?
Aunque conocemos varios de los riesgos del c�ncer hepatocelular, s�lo se entiende parcialmente la manera en que estos factores hacen que las c�lulas normales del h�gado se tornen cancerosas.
El c�ncer se origina cuando ocurre da�o al ADN de las c�lulas. El ADN contiene genes � las instrucciones sobre c�mo las c�lulas en nuestros cuerpos funcionan. Algunos de estos genes ayudan a que las c�lulas crezcan a una velocidad apropiada. Si estos genes se alteran, las c�lulas pudieran crecer sin control y formar un tumor.
Se sabe que ciertos qu�micos que causan el c�ncer del h�gado, tales como las aflatoxinas, da�an el ADN de las c�lulas del h�gado. Por ejemplo, se ha demostrado en algunos estudios recientes que las aflatoxinas pueden da�ar al gen p53, que normalmente tiene como funci�n evitar que las c�lulas crezcan demasiado. El da�o al ADN p53 puede resultar en un crecimiento aumentado de c�lulas anormales y la formaci�n del c�ncer.
La infecci�n de las c�lulas del h�gado con los virus de la hepatitis tambi�n puede causar da�os al ADN. Estos virus tienen su propio ADN, que porta las instrucciones sobre c�mo infectar a las c�lulas y producir m�s virus. En algunos pacientes, este ADN viral puede introducirse en el ADN de una c�lula del h�gado, donde puede afectar los genes de la c�lula. Sin embargo, los cient�ficos a�n no saben exactamente c�mo esto resulta en c�ncer.
Aunque los cient�ficos est�n comenzando a entender este proceso, a�n queda mucho por aprender. Se espera que una mejor comprensi�n contribuya a que se creen mejores maneras de prevenir y tratar el c�ncer del h�gado.
¿Puede prevenirse el cáncer del hígado?
Muchos tipos de cáncer del hígado se pueden prevenir con medidas de salud pública que reduzcan la exposici�n a los factores de riesgo conocidos de esta enfermedad.
En todo el mundo, el factor de riesgo más significativo es la infecci�n cr�nica con el virus de la hepatitis B (HBV) y el virus de la hepatitis C (HCV).
Desde principios de los años '80, ha estado disponible una vacuna para ayudar a prevenir la infecci�n con hepatitis B. Todos los niños, así como los adultos, en alto riesgo (profesionales de la salud, personas cuyo comportamiento pueden ponerlos en riesgo, etc.), deben recibir esta vacuna para reducir el riesgo de hepatitis y c�ncer del h�gado.
No existe vacuna alguna contra la hepatitis C. El prevenir la infecci�n con HCV y HBV en las personas que no est�n inmunizadas se basa en comprender c�mo estas infecciones ocurren. Estos virus se propagan por compartir agujas contaminadas (entre usuarios de drogas), sexo sin protecci�n, o a trav�s del nacimiento.
En el pasado, las transfusiones de sangre tambi�n eran una fuente principal de infecci�n, pero esto ocurre en muy raras ocasiones. En los Estados Unidos, los bancos de sangre realizan pruebas en la sangre donada para detectar estos virus. Toda la sangre infectada se desecha. Debido a pruebas de detecci�n, los casos asociados con transfusiones actualmente ocurren en menos de una por 2 millones de unidades de sangre transfundidas.
Se les debe hacer pruebas a las personas en alto riesgo de hepatitis B o C para determinar si tienen estas infecciones, de tal manera que pueda ser monitoreado el desarrollado de una enfermedad del h�gado, y ser tratada si es necesario. Se pueden usar varios medicamentos para tratar la hepatitis B y C. Si usted tiene hepatitis B o C, puede hablar con su m�dico sobre estos tratamientos.
Para tratar la hepatitis C cr�nica, se pueden usar dos medicamentos, el interfer�n alfa y el ribavirin. El interfer�n se puede administrar solo o con ribavirin. El tratamiento combinado usando una forma m�s nueva de interfer�n (peg-interfer�n) y ribavirin parece ser el tratamiento m�s eficaz en estos momentos. Por lo general, el tratamiento dura de seis meses a un a�o y puede eliminar el virus de hepatitis C en muchas personas. Uno de los problemas con el tratamiento consiste en que puede causar efectos secundarios graves, incluyendo s�ntomas parecidos a la gripe, cansancio, depresi�n, y bajos recuentos sangu�neos, lo que puede ser dif�cil para el paciente.
Un n�mero de medicamentos puede ser usado para tratar la hepatisis B cr�nica, incluyendo el interfer�n (y peg-interferon), lamivudina (Epivir-HBV), adefovir (Hepsera), entecavir (Baraclude) y telbivudine (Tyzeka). Estos medicamentos han mostrado que reducen el n�mero de virus y disminuyen el da�o al h�gado. Sin embargo, estos medicamentos no curan la enfermedad, y sus efectos en el riesgo de c�ncer del h�gado se desconocen en este momento.
En los Estados Unidos, el abuso del alcohol contin�a siendo la causa principal de la cirrosis que causa c�ncer del h�gado. La prevenci�n de los tipos de c�ncer del h�gado asociados con el abuso del alcohol sigue siendo un desaf�o. Dejar de fumar tambi�n puede reducir ligeramente el riesgo de c�ncer del h�gado, as� como reducir el riesgo de muchas otras enfermedades que pueden amenazar la vida.
El cambiar la manera en que se almacenan ciertos granos en los pa�ses tropicales y subtropicales puede reducir la exposici�n a las sustancias causantes de c�ncer como las aflatoxinas. Muchos pa�ses desarrollados ya tienen leyes para prevenir y vigilar la contaminaci�n de los granos.
La mayor�a de los pa�ses desarrollados tienen reglamentos para proteger a los consumidores y los trabajadores de los qu�micos que causan c�ncer. Estos reglamentos han descartado ciertos qu�micos como causa de c�ncer del h�gado. La Agencia para la Protecci�n Ambiental (EPA) recientemente redujo el nivel permitido de ars�nico en el agua potable en los Estados Unidos, lo que debe ayudar a reducir la exposici�n. Sin embargo, esto puede seguir siendo un problema en �reas del mundo donde el ars�nico llega naturalmente hasta el agua potable.
Ciertas enfermedades hereditarias pueden causar cirrosis del h�gado y aumentar el riesgo de c�ncer del h�gado. El detectar y tratar estas enfermedades a tiempo en la vida puede reducir este riesgo. Por ejemplo, a todos los ni�os en familias donde hay hemocromatosis se les debe hacer las pruebas para detectar la enfermedad y tratarla si la tienen. El tratamiento consiste en disminuir el consumo de hierro y extraer peque�as cantidades de sangre para utilizar el exceso de suministro de hierro en el cuerpo.
¿Cómo se trata el cáncer del hígado?
Después de que el cáncer del hígado se diagnostica y se clasifica por etapas, el equipo de profesionales que atiende el cáncer puede recomendar una o más opciones de tratamiento. La elección de un plan de tratamiento es una decisión mayor, así que es importante que se tome su tiempo para analizar todas las opciones.
Al diseñar su plan de tratamiento, un factor importante que debe tomar en cuenta es la etapa (la extensión) del cáncer. Sin embargo, usted y el equipo de profesionales que atiende su cáncer también querrán tomar en consideración su edad, estado general de salud y las preferencias personales.
Puede ser buena idea buscar una segunda opinión, especialmente por parte de médicos con experiencia en el tratamiento del cáncer del hígado. Una segunda opinión puede proveerle más información y ayudarle a sentirse más confiado con el plan de tratamiento que se está considerando. Algunas compañías de seguro requieren una segunda opinión antes de aprobar el pago de ciertos tratamientos. La mayoría de las compañías pagan por una segunda opinión.
La primera parte de esta sección describe los varios tipos de tratamientos usados para el cáncer del hígado. Esto es seguido de una descripción de los métodos más comunes usados para estos cánceres según sus etapas.
Cirugía
Resección quirúrgica (Hepatectomía parcial)
Actualmente, la cirugía, ya sea por resección (extirpación del tumor) o el trasplante de hígado, ofrece la única posibilidad razonable de curar un cáncer del hígado. Si la extirpación de todo el cáncer conocido en el hígado es exitosa, usted tendrá el mejor pronóstico de supervivencia. Lamentablemente, la extirpación total de la mayoría de los cánceres del hígado no es posible. A menudo el cáncer se ha propagado fuera del hígado, ha crecido demasiado o está presente en demasiadas partes del hígado.
Su capacidad para tener la cirugía del hígado depende de la salud de las partes del hígado que no está afectado por el cáncer. En Estados Unidos, aproximadamente cuatro de cinco personas con cáncer del hígado también tiene cirrosis. Si usted tiene cirrosis grave, la extirpación, o incluso una pequeña cantidad de tejido del hígado en los bordes de su cáncer, pudiera no dejar suficiente como para desempeñar las funciones esenciales. Las personas con cirrosis son elegibles para cirugía sólo si su cáncer es pequeño, y siguen teniendo una cantidad razonable de la función del hígado. Los médicos a menudo evalúan esta función al asignar la puntuación “Child-Pugh” (remítase a la sección “¿Cómo se clasifica por etapas el cáncer del hígado?”), lo que mide la cirrosis según ciertas pruebas de laboratorio y síntomas. Los pacientes clasificados como clase A tienen más probabilidad de tener suficiente función hepática para someterse a una cirugía. Para las personas en clase B y C, se consideran otras opciones, aunque la hepatectomía parcial es practicada algunas veces en las personas con una función hepática en clase B.
El entrenamiento del equipo de profesionales que realiza la cirugía es otro factor importante. La resección del hígado es una operación mayor que sólo debe ser realizada por cirujanos con experiencia y entrenamiento.
Otro posible problema con la hepatectomía parcial consiste en que algunas veces se puede presentar otro cáncer del hígado después, debido a que el hígado aún contiene la enfermedad subyacente que condujo al primer cáncer.
Trasplante de hígado
Cuando está disponible, un trasplante de hígado se ha convertido en la mejor opción para algunas personas con cánceres pequeños del hígado. Actualmente, el trasplante de hígado se reserva para los pacientes con tumores pequeños (ya sea un tumor que mide menos de 5cm o uno a tres tumores que miden menos de 3 cm). Sin embargo, estos cánceres no pueden ser extirpados por completo debido a la localización de los tumores o porque el hígado está muy enfermo como para soportar la extirpación de una de sus partes.
Alrededor de 5,500 trasplantes del hígado se hacen cada año en los Estados Unidos. Menos del 10% de éstos se hacen en personas con cáncer del hígado. La supervivencia a cinco años para esos pacientes es de alrededor de 60%. No sólo se reduce significativamente el riesgo de un segundo cáncer del hígado, sino que el hígado nuevo funcionará normalmente.
Desafortunadamente, las oportunidades para un trasplante de hígado son limitadas. No exciten muchos hígados para los pacientes con cáncer debido a que generalmente son usados para enfermedades que son más curables. El aumento en el conocimiento sobre la importancia de la donación de órganos es una meta de salud pública esencial que puede hacer que este tratamiento esté disponible a más pacientes de cáncer del hígado y de otras enfermedades graves del hígado.
Una opción que se ha vuelto más popular en los años recientes consiste en que un donante vivo ofrezca una parte de su hígado para trasplante a un familiar cercano. Esto puede dar buenos resultados, pero conlleva riesgos para el donante. En los Estados Unidos, cada año se realizan alrededor de 300 trasplantes de donantes vivos. Sólo un pequeño por ciento es para pacientes con cáncer del hígado.
Las personas que necesitan un trasplante tienen que esperar hasta que un hígado esté disponible, y esto puede tomar mucho tiempo para algunas personas con cáncer del hígado. Algunos médicos sugieren primero una resección limitada y luego un trasplante si el cáncer regresa.
A las personas que se someten a un trasplante de hígado se les administran medicamentos para ayudar a suprimir el sistema inmunológico y prevenir que el cuerpo rechace el nuevo órgano. Sin embargo, estos medicamentos tienen sus propios riegos y efectos secundarios, especialmente el riesgo de infecciones graves. Algunos de los medicamentos usados para prevenir el rechazo del nuevo órgano también pueden causar presión arterial elevada, colesterol alto, diabetes, y puede debilitar los huesos y los riñones. Después del trasplante del hígado, es importante verificar periódicamente los análisis de sangre para saber si hay signos de rechazo del órgano. Algunas veces, también se toman biopsias del hígado para saber si está ocurriendo el rechazo y si son necesarios cambios en los medicamentos contra el rechazo. Se espera que en el futuro haya avances para reducir el riesgo de rechazo del hígado y la gravedad de los efectos secundarios causados por estos medicamentos.
Ablación del tumor o embolización
La ablación se refiere a los métodos locales que destruyen el tumor sin extirparlo. Estas técnicas son usualmente reservadas para los pacientes con pocos tumores pequeños para quienes la resección quirúrgica no es posible. No se consideran curativas, pero pueden producir tasas de supervivencia igual a la cirugía en las personas con tumores pequeños.
Ablación por radiofrecuencia (RFA): utiliza ondas radiales de alta energía como tratamiento. Una sonda parecida a una aguja y que libera estas ondas radiales se coloca temporalmente en el tumor. Se utiliza la tomografía computarizada para guiar la colocación de la sonda. La sonda libera corriente de alta frecuencia que calienta el tumor y destruye las células cancerosas. Este método se ha convertido en el tratamiento principal para los tumores pequeños.
Ablación con etanol (alcohol): también conocida como inyección percutánea de etanol consiste en inyectar alcohol concentrado directamente en el tumor para matar las células cancerosas. Esto usualmente se hace a través de la piel usando una aguja que es guiada por ecografía o tomografías computarizadas (TC).
Criocirugía: destrucción del tumor mediante congelación con una sonda de metal muy fría. La sonda es guiada hacia el tumor usando una ecografía. En comparación con otras técnicas de ablación, este método puede ser usado para tratar tumores más grandes. Sin embargo, este método a veces requiere de anestesia general.
Puesto que estos tres tratamientos usualmente no requieren cirugía para extraer el hígado del paciente, son buenas alternativas para los pacientes cuya enfermedad no se puede curar con la cirugía o para pacientes en espera de un trasplante.
Embolización de la arteria hepática: otra opción para los tumores que no pueden ser extirpados. Esta técnica se usa para reducir el suministro de sangre en la arteria hepática, (la arteria que alimenta a la mayoría de las células cancerosas. Esto se hace mediante la inyección de materiales que tapan la arteria. La mayoría de las células del hígado sanas no serán afectadas debido a que ellas obtienen el suministro sanguíneo de la vena portal.
Este procedimiento conlleva colocar un catéter en una arteria de la parte interna del muslo y conectarlo hasta el hígado. Por lo general, se inyecta un tinte en el torrente sanguíneo en ese momento para permitirle al médico vigilar el paso del catéter mediante angiografía, un tipo especial de radiografía. Una vez se coloca el catéter, se inyectan pequeñas partículas en la arteria para taparla.
La embolización también reduce en algo el suministro de sangre al tejido normal del hígado. Esto puede ser peligroso para los pacientes con enfermedades como la hepatitis y la cirrosis que están afectando la parte del hígado libre de cáncer.
Quimioembolización: conlleva la combinación de la embolización con la quimioterapia. Este procedimiento se realiza cubriendo con medicamentos de quimioterapia a las partículas de embolización antes de la inyección, o administrando quimioterapia directamente en la arteria a través de un catéter, y luego tapando la arteria. Actualmente se realizan estudios para determinar si esto es más eficaz que la embolización sola.
Radioembolización: combina la embolización con la radioterapia. Se inyectan pequeñas partículas radiactivas o aceites radiactivos en la arteria hepática, lo que libera pequeñas cantidades de radiación solamente en las localizaciones del tumor. Estas técnicas siguen siendo consideradas como bastante nuevas. Se ofrecen más detalles sobre estas técnicas en la sección "¿Qué hay de nuevo en la investigación y tratamiento contra el cáncer del hígado?".
Radioterapia
En la radioterapia se usan rayos de alta energía para destruir las células cancerosas. Existen varias clases de radioterapia.
La radioterapia externa enfoca la radiación desde fuera del cuerpo hacia el cáncer. Este tipo de radioterapia puede usarse con el cáncer del hígado para reducir el cáncer y así paliar los síntomas como el dolor. Sin embargo, no ha mostrado que mejore la supervivencia. Aunque las células del cáncer del hígado son sensibles a la radiación, este tratamiento no puede usarse en muy altas dosis porque el tejido normal del hígado también puede ser dañado por la radiación.
La radioterapia conformal tridimesional es una forma más nueva de radioterapia externa en la que se usan computadoras sofisticadas para delinear con exactitud la localización de un tumor. Al paciente le miden un molde de plástico, parecido a un yeso para el cuerpo, que lo mantendrá inmóvil de manera que la radiación se pueda dirigir con mayor precisión. Los rayos de la radiación se dirigen entonces hacia el tumor desde varias direcciones. Esto les permite a los médicos reducir el daño que ésta causa al tejido normal del hígado, y por lo tanto pueden dirigir dosis más altas de radiación a los tumores. Cuando está disponible, la terapia de radiación conformal usualmente se prefiere sobre la radioterapia convencional.
Quimioterapia
La quimioterapia consiste en el tratamiento con medicamentos que destruyen las células cancerosas. La quimioterapia sistémica (todo el cuerpo) usa medicamentos contra el cáncer que se inyectan en una vena o se administran por la boca. Estos medicamentos entran en el torrente sanguíneo y alcanzan todas las áreas del cuerpo, haciendo que este tratamiento sea potencialmente útil contra el cáncer que se ha propagado a órganos distantes.
Lamentablemente, el cáncer del hígado resiste la mayoría de los medicamentos de quimioterapia. Los medicamentos que han sido más eficaces en reducir el tamaño de los tumores son doxorrubicin (Adriamycin), fluoroucilo 5, y cisplatino. Sin embargo, aun estos medicamentos encogen menos de uno de cinco tumores, y la respuesta a menudo no dura mucho tiempo. Las combinaciones de medicamentos continúan bajo estudio, pero en la mayoría de los estudios, la quimioterapia sistémica no ha ayudado a los pacientes a vivir más tiempo.
Debido a la pobre respuesta que ofrece la quimioterapia sistémica, los médicos actualmente están estudiando si es más eficaz administrar medicamentos de quimioterapia directamente en la arteria hepática. Esta técnica, conocida como infusión de la arteria hepática se describe en la sección “¿Qué hay de nuevo en la investigación y tratamiento sobre el cáncer del hígado?”
Los medicamentos utilizados en la quimioterapia destruyen las células cancerosas pero también dañan algunas células normales, lo que puede resultar en efectos secundarios. Estos efectos secundarios de la quimioterapia dependen de los tipos de medicamentos, la cantidad administrada y la duración de los tratamientos. Los efectos secundarios temporales de la quimioterapia pudieran incluir:
- Náusea y vómito.
- Pérdida de apetito.
- Caída del cabello.
- Llagas en la boca.
Como la quimioterapia puede dañar la médula ósea, donde se producen las células sanguíneas, los recuentos de células sanguíneas pueden bajar. Esto puede resultar en:
- Aumento en la probabilidad de infecciones (debido a escasez de glóbulos blancos).
- Sangrado o hematomas después de pequeñas cortaduras o lesiones menores (por la disminución de las plaquetas).
- Cansancio y dificultad para respirar (por la disminución de los niveles de glóbulos rojos).
La mayoría de los efectos secundarios desaparecen cuando cesa el tratamiento. Por lo general, el cabello volverá a crecer después de finalizado el tratamiento. Cualquier persona que tenga problemas con los efectos secundarios debe hablar con el equipo de profesionales que atiende su cáncer. Existen remedios para muchos de los efectos secundarios de la quimioterapia. Por ejemplo, se pueden administrar medicamentos para prevenir o reducir las náuseas y los vómitos. Se pueden administrar otros medicamentos llamados factores de crecimiento para ayudar a la médula ósea a recuperarse después de la quimioterapia. Asegúrese de preguntarle a su oncólogo o enfermera especializada en oncología sobre los medicamentos que ayudan a reducir los efectos secundarios. También avíseles cuando usted experimente los efectos secundarios para que puedan ser tratados eficazmente.
Estudios clínicos
Propósito de los estudios clínicos: los estudios de tratamientos nuevos o experimentales prometedores en pacientes se conocen como estudios clínicos. Un estudio clínico se realiza sólo cuando hay razones para creer que el tratamiento que se está estudiando puede ser valioso para el paciente. Los tratamientos usados en los estudios clínicos con frecuencia demuestran tener beneficios reales. Los investigadores realizan estudios sobre nuevos tratamientos para contestar las siguientes preguntas:
- ¿Es útil el tratamiento?
- ¿Cómo funciona este nuevo tipo de tratamiento?
- ¿Funciona mejor que otros tratamientos que ya se encuentran disponibles?
- ¿Qué efectos secundarios causa el tratamiento?
- ¿Son los efectos secundarios mayores o menores que en el tratamiento estándar?
- ¿Superan los beneficios a los efectos secundarios?
- ¿En qué pacientes hay más probabilidades de que el tratamiento sea útil?
Tipos de estudios clínicos: hay tres fases de estudios clínicos en los que un tratamiento se estudia antes de ser elegible para su aprobación por la Food and Drug Administration (FDA).
Estudios clínicos en la fase I: el propósito de un estudio en la fase I es buscar la mejor manera de administrar un tratamiento nuevo y qué cantidad de éste se puede administrar con seguridad. Los miembros del equipo de atención del cáncer observan cuidadosamente a los pacientes en busca de efectos secundarios nocivos. El tratamiento se ha probado muy bien en estudios de laboratorio y con animales, pero los efectos secundarios en los pacientes no se conocen del todo. Los doctores que dirigen el estudio clínico comenzarán administrándoles bajas dosis del medicamento a los primeros pacientes y aumentarán la dosis en los grupos subsiguientes hasta que surjan los efectos secundarios. Aunque los doctores esperan poder ayudar a los pacientes, el propósito principal de un estudio en la fase I es probar la seguridad del medicamento.
Estudios clínicos en la fase II: estos estudios están diseñados para ver si el medicamento es eficaz. Se les administra a los pacientes la dosis más alta posible que no cause efectos secundarios graves (establecidos en el estudio en la fase I) y se les observa muy de cerca para ver si tiene algún efecto en el cáncer. Los miembros del equipo de atención del cáncer también estudiarán si hay efectos secundarios.
Estudios clínicos en la fase III: los estudios en fase III involucran a un gran número de pacientes, con frecuencia, en los cientos. Un grupo (el grupo de referencia) recibe el tratamiento convencional (más aceptado). El otro grupo recibe el nuevo tratamiento. A todos los pacientes que participan en un estudio en la fase III se les observa muy de cerca. El estudio se suspende si los efectos secundarios del nuevo tratamiento son muy graves o si alguno de los grupos presenta resultados mucho mejores que los demás.
Si usted está participando en un estudio clínico usted tendrá un equipo de expertos que vigilarán su progreso muy cuidadosamente. El estudio está diseñado especialmente para prestarle atención de cerca a usted.
No obstante, existen algunos riesgos. Ninguna de las personas que forman parte del estudio puede anticipar si el tratamiento funcionará o exactamente qué efectos secundarios ocurrirán. Eso es lo que se pretende descubrir con el estudio. Aunque muchos de los efectos secundarios desaparecen con el tiempo, algunos pueden ser permanentes o incluso poner en peligro la vida. Sin embargo, tenga en cuenta que incluso los tratamientos convencionales causan efectos secundarios. Usted pudiera decidir inscribirse en un estudio clínico después de considerar muchos factores.
Decisión para inscribirse en un estudio clínico: la decisión de participar en un estudio clínico es totalmente suya. Sus doctores y enfermeras le explicarán los detalles del estudio y le proveerán un formulario que deberá leer y firmar para expresar su deseo de participar. Este proceso se conoce como consentimiento informado. Aun después de haber firmado el formulario y después de que el tratamiento haya comenzado, usted tiene total libertad para abandonar el estudio en cualquier momento y por cualquier motivo. El participar en un estudio clínico no impide que usted reciba algún otro cuidado médico que pudiera necesitar.
Para más información sobre los estudios clínicos, pregúntele al equipo de profesionales que atiende su cáncer. Entre las preguntas que debe hacer se encuentran:
- ¿Hay algún estudio clínico para el cual sea elegible?
- ¿Cuál es el propósito del estudio?
- ¿Qué tipo de pruebas y tratamientos implica el estudio?
- ¿Qué hace este tratamiento? ¿Ha sido usado anteriormente?
- ¿Sabré cuál tratamiento recibiré?
- ¿Qué es probable que pase en mi caso con, o sin, este nuevo tratamiento bajo investigación?
- ¿Qué otras alternativas tengo y cuáles son sus ventajas y desventajas?
- ¿Cómo pudiera el estudio afectar mi vida diaria?
- ¿Qué efectos secundarios puedo esperar del estudio? ¿Pueden controlarse los efectos secundarios?
- ¿Tendré que permanecer en el hospital? Si es así, ¿con qué frecuencia y por cuánto tiempo?
- ¿Me costará algo el estudio? ¿Será gratis alguna parte del tratamiento?
- Si resultara perjudicado como consecuencia de la investigación, ¿a qué tratamiento tendría derecho?
- ¿Qué tipo de cuidado de seguimiento a largo plazo incluye el estudio?
- ¿Se ha utilizado el tratamiento contra otros tipos de cáncer?
La Sociedad Americana del Cáncer ofrece servicios para los pacientes, sus familiares y sus amigos en los que se relacionan los pacientes con los estudios clínicos. Usted puede acceder a este servicio a través de la página de Internet http://clinicaltrials.cancer.org. Con base en la información que proporcione sobre su tipo de cáncer, etapa y tratamientos anteriores, se compilará una lista de estudios clínicos que coincidan con sus necesidades médicas. Al buscar el centro que sea más conveniente para usted, el servicio también puede tomar en cuenta dónde vive usted y si está dispuesto a viajar.
También puede obtener un listado con los ensayos clínicos actuales visitando el sitio Web de ensayos clínicos del NCI en www.cancer.gov/clinical_trials/.
Terapias complementarias y alternativas
Las terapias complementarias y alternativas son un grupo de prácticas, sistemas y productos de cuidado de salud que no son parte del tratamiento médico usual. Estas terapias pueden incluir productos tales como vitaminas, hierbas, o suplementos dietéticos, o procedimientos como acupuntura, masaje, y una gran cantidad de otros tipos de tratamiento. Existe mucho interés hoy día en los tratamientos complementarios y alternativos contra el cáncer. Muchos de estos tratamientos están siendo estudiados para determinar si realmente benefician a las personas con cáncer.
Es posible que sus familiares, amigos y otras personas le hablen sobre los diferentes tratamientos que pudieran ofrecerse como una manera de tratar el cáncer o que le pudieran ayudar a sentirse mejor. Algunos de estos tratamientos no causan daño en ciertas situaciones, mientras que se ha demostrado que otros pueden ser perjudiciales. En la mayoría de estos tratamientos no se ha probado ningún beneficio.
La Sociedad Americana del Cáncer define como medicina o métodos complementarios a aquéllos que son usados junto con la atención médica habitual. Si estos tratamientos son administrados cuidadosamente, pudieran contribuir a su bienestar y comodidad. Las medicinas alternativas son definidas como aquellas que se usan en lugar del cuidado médico regular. En algunas de éstas se ha probado que no son útiles o que incluso causan daños, pero siguen siendo promocionadas como "curas". Si usted opta por usar estas medicinas, las mismas pudieran reducir su probabilidad de combatir el cáncer al retrazar, reemplazar o intervenir con el tratamiento regular contra el cáncer.
Antes de cambiar su tratamiento o agregar cualquiera de estos métodos, hable francamente con su doctor o enfermera. Algunos métodos pueden ser usados con seguridad junto con el tratamiento médico convencional. Otros, sin embargo, pueden interferir con el tratamiento convencional o causar graves efectos secundarios. Por esta razón, es importante hablar con su doctor. Para más información sobre terapias complementarias y alternativas específicas usadas contra el cáncer, llame a nuestra línea telefónica gratuita o visite nuestra página en Internet.
Tratamiento contra el cáncer del hígado según la etapa
Aunque el sistema de clasificación por etapas (TNM) de la AJCC se usa con frecuencia para describir con precisión la extensión del cáncer del hígado, hay un sistema más simple y práctico para seleccionar las opciones de tratamiento. Este sistema divide los tipos de cáncer del hígado en una de tres categorías: localizado resecable, localizado irresecable y avanzado. En general, si usted tiene un cáncer pequeño y la función hepática es buena, es apropiado practicar una cirugía para extirpar el cáncer. Si la función hepática no es buena, y usted cumple con los criterios para un trasplante, entonces ésta es la mejor opción. Para controlar el tumor mientras se espera por el trasplante, es posible que usted reciba embolización, inyección con etanol o ablación por radiofrecuencia.
Localizado resecable (algunos tumores T1 o T2, N0, M0): si su cáncer está en una etapa temprana y la parte de su hígado que no contiene cáncer es saludable, la cirugía pudiera curarle. Lamentablemente, sólo una pequeña cantidad de personas con cáncer del hígado cae bajo esta categoría. Un factor importante que afecta el pronóstico es el tamaño del tumor y si invade los vasos sanguíneos. Un tumor grande (más de dos pulgadas) o una que invade a los vasos sanguíneos tiene más probabilidad de regresar o propagarse a otra parte del cuerpo. Otro factor consiste en la salud del hígado; la presencia de cirrosis, por ejemplo, puede aumentar el riesgo de un segundo tumor.
Actualmente, los estudios clínicos investigan si los pacientes que se someten a cirugía se beneficiarían de tratamiento adyuvante (adicional) con quimioterapia, quimioembolización, u otras técnicas de tratamiento nuevas.
Localizado irresecable (algunos tumores T1-4, N0,M0): si el cáncer es muy grande, o está en un área sensitiva, hay demasiados tumores a extirparse o si el resto de su hígado no es saludable, el cáncer pudiera no ser extirpable mediante cirugía. La mayoría de los médicos recomendaría el trasplante de hígado, si es posible. Esto puede curar el cáncer y la cirrosis. También se considera el trasplante para los pacientes con cánceres pequeños y que no pueden someterse a una resección quirúrgica porque tienen cirrosis. Ésta es una operación muy seria en la que se le extirpa su hígado y se reemplaza con uno que proviene de un donante recién fallecido. Aunque esta operación es muy difícil, ha ayudado a muchas personas. La supervivencia a cinco años en los pacientes que se someten a un trasplante de hígado debido al cáncer de hígado es de aproximadamente 60%.
Si usted no es candidato para un trasplante, su médico puede recomendar la ablación del tumor o tumores usando criocirugía, ablación por radiofrecuencia o la inyección de alcohol. Otras opciones pueden incluir la embolización (con o sin quimioterapia o radiación), quimioterapia (sistémica o por infusión de la arteria hepática) y/o radioterapia conformal.
Aunque estos tratamientos no se consideran curativos, es muy probable que éstos reducirán cualquier síntoma que usted pueda tener, y pueden prolongar su vida. Debido a que estos tratamientos no se conocen por ser curativos, usted pudiera considerar la participación en un estudio clínico.
Avanzado (incluye todos los tumores N1 o M1): el cáncer avanzado se ha propagado por todo el hígado o fuera de este órgano (a los ganglios linfáticos o a otros órganos). No hay tratamiento convencional para esta etapa del cáncer de hígado.
Al igual que con el cáncer del hígado resecable, los estudios clínicos de nuevos métodos de quimioterapia (nuevos medicamentos y quimioterapia regional), las nuevas formas de radioterapia (con radiosensibilizadores o dirigir el tratamiento mediante anticuerpos), así como otros tratamientos nuevos (inmunoterapia y terapia génica) pudieran ayudarle. Estos estudios clínicos también son importantes para mejorar el pronóstico de los pacientes futuros.
Los tratamientos, tal como radiación o quimioterapia, pueden ser usados para ayudar a aliviar el dolor y otros síntomas. Por favor, asegúrese de hablar con el equipo de profesionales de la salud que atiende su cáncer sobre cualquier síntoma que presente para que ellos puedan tratarlo eficazmente.
Cáncer del hígado recurrente: el tratamiento del cáncer del hígado que regresa después de la terapia inicial depende de muchos factores, incluyendo la localización de la recurrencia, el tipo de tratamiento inicial, y la función del hígado. Los pacientes con la enfermedad resecable localizada que regresa en el mismo lugar pueden ser elegibles para someterse a otra cirugía. Si el cáncer se ha propagado ampliamente, la quimioterapia es una opción, aunque a menudo no ofrece buenos resultados en la reducción del tamaño del cáncer del hígado. Es posible que los pacientes deseen preguntarles a sus doctores si un estudio clínico, o el uso de un tratamiento experimental, pueden ser adecuados para ellos.
Además, otras formas de tratamiento, tal como la embolización del tumor, puede ser usado para aliviar el dolor y otros síntomas. Por favor, asegúrese de hablar con el equipo de profesionales de la salud que atiende su cáncer sobre cualquier síntoma que presente para que ellos puedan tratarlo eficazmente.
Información adicional sobre tratamiento
Para más detalles sobre las opciones de tratamiento, incluyendo algunas que no pudieran estar disponibles en este documento, la National Comprehensive Cancer Network (NCCN) y el Instituto Nacional del Cáncer (NCI) son buenas fuentes de información.
La NCCN, compuesta por expertos de muchos centros de cáncer principales en el país, redactó las guías de tratamiento del cáncer para los doctores con el fin de ser usadas para tratar a los pacientes. Estas guías están disponibles en la página Web de la NCCN (www.nccn.org).
El Instituto Nacional del Cáncer (NCI) provee guías de tratamiento a través de su página Web (www.cancer.gov). Además, ofrece guías detalladas para el uso de los profesionales en la atención contra el cáncer, las cuales también están disponibles en www.cancer.gov.
¿Qué debe preguntarle a su médico acerca del cáncer del hígado?
A medida que usted se va enfrentando al cáncer y al tratamiento contra el cáncer, le animamos a que mantenga conversaciones honestas y abiertas con su médico. Siéntase en libertad de formular cualquier pregunta que tenga en su mente, sin importar lo insignificante que parezca. A continuación le presentamos algunas preguntas que usted quisiera hacer. Asegúrese de añadir sus propias preguntas conforme se le ocurran. Las enfermeras, los trabajadores sociales y demás participantes del tratamiento podrán también responder a muchas de sus preguntas.
- ¿Qué tipo de cáncer tengo? (Hay diferentes tipos de cáncer del hígado. Además, hay ciertos subtipos de carcinoma hepatocelular, tales como la variedad "fibrolamelar", que conlleva un mejor pronóstico que otros.)
- ¿Se ha propagado mi cáncer fuera del hígado?
- ¿Se puede determinar la etapa de mi cáncer y qué significa eso?
- ¿Es mi cáncer resecable?
- ¿Cuáles son mis opciones de tratamiento?
- ¿Qué tratamiento me recomienda usted y por qué?
- ¿Cuáles son los riesgos o efectos secundarios de los tratamientos que usted sugiere?
- ¿Cuáles son las probabilidades de que mi cáncer recurra con estos planes de tratamiento?
- ¿Cómo afectará el tratamiento mis actividades diarias?
- ¿Qué debo hacer para estar listo para el tratamiento?
- ¿Cuál es mi prognosis o expectativa de supervivencia en base a lo que ha visto sobre mi caso de cáncer?
- ¿Debo considerar la participación en un estudio clínico?
Además de estas preguntas modelo, asegúrese de anotar algunas que usted tenga. Por ejemplo, a usted le pudiera interesar obtener información sobre una segunda opinión o sobre los estudios clínicos a los que pudiera ser elegible.
¿Qué ocurre después del tratamiento contra el cáncer del hígado?
Completar el tratamiento puede causar tanto estrés como entusiasmo. Usted sentirá alivio de haber completado el tratamiento, aunque aún resulte difícil no sentir preocupación sobre el regreso del cáncer, lo que se conoce como recurrencia. Ésta es una preocupación muy común entre las personas que han tenido cáncer.
Es posible que pase un tiempo antes de que la confianza en su propia recuperación comience a sentirse real y que sus miedos sean un tanto aliviados. Incluso sin recurrencias, las personas que han tenido cáncer aprenden a vivir con la incertidumbre.
Atención de seguimiento
Después de completar el tratamiento es muy importante acudir a todas las citas de seguimiento. Durante estas visitas, sus médicos preguntarán si tiene síntomas, harán exámenes físicos y es posible que requieran que se realicen análisis de sangre (tal como análisis de los niveles de alfafetoproteina (AFP) o pruebas para evaluar la función del hígado) o estudios por imágenes, tal como TC o IRM. Si usted ha sido tratado con una resección quirúrgica o un trasplante de hígado, la mayoría de los médicos recomiendan atención de seguimiento con estudios por imágenes y análisis de sangre cada tres a seis meses durante los primeros dos años, y luego pruebas cada seis a 12 meses. La atención de seguimiento es necesaria para determinar si hay recurrencia o propagación del cáncer, así como posibles efectos secundarios de ciertos tratamientos.
Éste es el momento de hacerle cualquier pregunta al equipo de atención médica, así como hablarle sobre cualquier inquietud que pudiera tener.
Casi todos los tratamientos del cáncer tienen efectos secundarios. Algunos pueden durar de algunas semanas a varios meses, aunque otros pueden ser permanentes. No dude en hablar con el equipo de atención del cáncer sobre cualquier síntoma o efecto secundario que le cause molestia para que le puedan ayudar a tratarlo eficazmente.
También es importante mantener un seguro médico. Aunque nadie quiere pensar que su cáncer puede regresar, esto siempre es una posibilidad. Si ocurre, lo que menos necesita es preocuparse sobre el pago del tratamiento. Muchas personas se han ido a la bancarrota debido a la recurrencia del cáncer.
Tratamiento anti-viral: si usted tuvo hepatitis B o C como factor de riesgo principal para el cáncer del hígado, existe una buena probabilidad de que usted pueda ser reinfectado. Es posible que sus médicos quieran recetarle medicamentos para prevenir esto.
Consultas con un nuevo doctor
En algún momento después del diagnóstico y tratamiento del cáncer, es posible que usted tenga que consultar a un doctor nuevo. Esto puede deberse a que su doctor que le atendió por primera vez se retiró o se cambió a otro lugar, o usted pudo haber cambiado de residencia o de doctor por alguna razón. Es importante que usted le provea a su nuevo doctor los detalles exactos de su diagnóstico y tratamiento. Asegúrese de que usted tenga disponible lo siguiente:
- Una copia de su informe patológico de cualquier biopsia o cirugía.
- Si ha tenido cirugía, una copia del informe operatorio.
- Si ha sido hospitalizado, una copia del informe de alta que cada doctor tiene que preparar cuando los pacientes son remitidos a casa.
- Finalmente, debido a que algunos medicamentos pueden causar efectos secundarios a largo plazo, una lista de sus medicamentos, las dosis de éstos, y cuándo los tomó.
Cambios en el estilo de vida que debe considerar durante y después del tratamiento
El cáncer y el tratamiento pueden consumir tiempo y causar agotamiento emocional. No obstante, también puede ser el momento para nuevos cambios en su vida. Quizás usted está considerando mejorar su salud general a largo plazo. Algunas personas incluso comienzan este proceso durante el tratamiento del cáncer.
Opte por una vida más saludable
Reflexione acerca de cómo era su vida antes de que usted supiera que tenía cáncer. ¿Había cosas que usted hacía que no eran tan saludables? Quizás usted tomaba mucho alcohol, o comía más de lo que necesitaba, o fumaba, o no hacía ejercicio a menudo. Emocionalmente, quizás usted no expresaba sus sentimientos, o quizás dejaba que las situaciones estresantes le afectaran por mucho tiempo.
Ahora no es el momento de sentirse culpable. Sin embargo, usted puede comenzar a hacer cambios hoy que pueden tener efectos positivos para el resto de su vida. No sólo se sentirá mejor, pero también estará más saludable. Qué mejor momento que ahora para aprovechar la motivación que tiene como resultado de haber pasado por una experiencia que le ha cambiado la vida como es el tener cáncer.
Usted puede comenzar trabajando en los asuntos que más le preocupan. Obtenga ayuda en aquéllos que resulten más difíciles para usted. Por ejemplo, si está considerando dejar de fumar y necesita ayuda, llame a nuestra línea para dejar de fumar al 1-800-227-2345.
Dieta y nutrición
Alimentarse bien puede ser un reto para cualquier persona, aunque puede ser aún más difícil durante y después del tratamiento del cáncer. Por ejemplo, el tratamiento a menudo puede cambiar su sentido del gusto. La náusea puede ser un problema. Es posible que usted pierda su apetito por un tiempo y también pierda peso sin desearlo. Por otro lado, algunas personas aumentan de peso incluso cuando no comen más, lo que también puede ser frustrante.
Si usted está perdiendo peso o tiene problemas con el sentido del gusto durante el tratamiento, haga lo mejor que pueda en relación con su alimentación y recuerde que estos problemas usualmente se van solucionando con el transcurso del tiempo. Usted puede pedirle al equipo de atención del cáncer que le refiera un nutricionista, un experto en nutrición que le puede sugerir ideas sobre cómo combatir algunos de los efectos secundarios de su tratamiento. Además, usted puede encontrar útil comer porciones pequeñas cada dos a tres horas hasta que se sienta mejor y pueda regresar a un plan más normal.
Una de las mejores cosas que puede hacer después del tratamiento consiste en adoptar hábitos alimentarios saludables. Usted se sorprenderá de los beneficios a largo plazo de algunos cambios simples, como aumentar la variedad de alimentos saludables que consume. Trate de comer cinco o más porciones de vegetales y frutas cada día. Consuma alimentos de grano integral en vez de azúcares y harinas. Trate de limitar el consumo de carnes altas en grasa. Disminuya el consumo de carnes procesadas, como perros calientes (hot dogs), boloña y tocino. Si puede, trate de evitar estos alimentos por completo. Además, si toma alcohol, limítelo a máximo una o dos bebidas por día. No olvide hacer algún tipo de ejercicio de forma rutinaria. La combinación entre una buena dieta y el ejercicio de rutina le ayudará a mantener un peso saludable y hacerle sentir más energético.
Descanso, cansancio, trabajo y ejercicio
El cansancio es un síntoma muy común en las personas que están recibiendo tratamiento contra el cáncer. Éste a menudo no es un tipo de cansancio ordinario, sino un agotamiento que no se alivia con el descanso. Para algunas personas, este cansancio dura mucho tiempo después del tratamiento, y puede causar que no sientan deseos de estar activas físicamente.
Sin embargo, el ejercicio puede en realidad ayudar a reducir el cansancio. Los estudios han mostrado que los pacientes que siguen un programa de ejercicio dirigido a sus necesidades personales se sienten mejor física y emocionalmente, y pueden lidiar mejor con la situación.
Si usted está enfermo y necesita permanecer en cama durante el tratamiento, es normal esperar que la fuerza de sus músculos, su estado físico y su resistencia se deterioren un poco. La terapia física puede ayudarle a mantenerse fuerte y mantener el movimiento normal de sus músculos, lo que puede ayudar a combatir el cansancio y la depresión que algunas veces surge con la sensación de estar tan cansado.
Cualquier programa de actividad física debe ajustarse a su situación personal. Una persona de edad avanzada que nunca se ha ejercitado no podrá hacer la misma cantidad de ejercicio que una de 20 años que juega tenis tres veces a la semana. Si hace varios años que no se ejercita, pero puede mantenerse activo, usted puede considerar caminar distancias cortas.
Hable con su equipo de atención médica antes de comenzar los ejercicios, y consulte su opinión sobre los planes de ejercicio. Luego, trate de conseguir a alguien que le acompañe a hacer los ejercicios para que no los haga solo. Cuando los familiares o los amigos se integran en un programa de ejercicios nuevo, usted obtiene el refuerzo adicional de apoyo que necesita para mantenerse activo cuando el entusiasmo simplemente no exista.
Sin embargo, si usted está muy cansado, necesitará balancear la actividad con el descanso. Es aceptable que descanse cuando se sienta cansado. Resulta realmente difícil para algunas personas permitirse hacer esto cuando ellas estaban acostumbradas a trabajar todo el día o a asumir las responsabilidades del hogar (para más información sobre el cansancio, consulte la publicación, “Cansancio y anemia asociados con el cáncer - Guías de tratamiento para los pacientes”).
El ejercicio puede mejorar su salud física y emocional:
- Mejora su condición cardiovascular (corazón y circulación).
- Fortalece sus músculos.
- Reduce el cansancio.
- Reduce la ansiedad y la depresión.
- En general, le hace sentir más feliz.
- Le hace sentir mejor sobre usted mismo.
Además, nosotros sabemos que el ejercicio desempeña un papel en la prevención de algunos cánceres. La Sociedad Americana del Cáncer recomienda en sus guías sobre la actividad física para la prevención del cáncer que los adultos participen en una actividad física de moderada a vigorosa, más allá de las actividades usuales, por lo menos 30 minutos durante cinco o más días a la semana; 45 a 60 minutos de actividad física intencional es preferible. A los niños y a los adolescentes se les anima a participar en actividades energéticas por 60 minutos al día durante al menos cinco días de la semana.
Su salud emocional
Una vez que finalice su tratamiento, es posible que usted se sienta abrumado por las emociones. Esto les ocurre a muchas personas. Es posible que usted haya pasado por mucho durante el tratamiento a tal punto que sólo se pueda enfocar en terminar todo su tratamiento.
Ahora usted se encuentra pensando sobre la posibilidad de su propia muerte, o sobre el efecto de su cáncer en su familia y amigos, al igual que en su empleo. También es posible que comience a reevaluar la relación con su cónyuge o pareja. Otros asuntos inesperados también pueden causar preocupación. Por ejemplo, a medida que usted está más saludable y acude menos al doctor, usted consultará con menos frecuencia a su equipo de atención médica. Esto puede causar ansiedad en algunas personas.
Éste es el momento ideal para buscar apoyo emocional y social. Usted necesita personas a quienes acudir para obtener fortaleza y consuelo. El apoyo puede provenir de muchas formas: familia, amigos, grupos de apoyo, iglesias o grupos espirituales, comunidades de apoyo en línea, u orientadores individuales.
Casi todas las personas que han pasado por la experiencia del cáncer pueden beneficiarse de algún tipo de apoyo. Lo que es mejor para usted depende de su situación y personalidad. Algunas personas se sienten seguras en grupos de apoyo con similares que están experimentando situaciones semejantes, o en grupos de educación. Otras personas pudieran preferir hablar en un entorno informal, tal como en una iglesia, mientras que otras pueden sentirse más cómodos hablando de uno a uno con un amigo de confianza o un consejero. Cualquiera que sea su fuente de fortaleza o consuelo, asegúrese de que tiene un lugar a dónde acudir con sus inquietudes.
La experiencia con el cáncer puede hacerle sentir muy solo. No es necesario ni realista que usted pase por toda esta experiencia solo. Sus amigos y familiares pueden sentirse excluidos si usted decide que no participen de esta experiencia. Deje que tanto ellos como cualquier otra persona que usted considere puedan ayudarle. Si no está seguro quién puede ayudar, llame a su Sociedad Americana del Cáncer al 1-800-227-2345 y le pondremos en contacto con un grupo o recurso de apoyo apropiado.
Usted no puede cambiar el hecho de que ha tenido cáncer. Lo que sí puede cambiar es cómo vive el resto de su vida mediante cambios saludables y sintiéndose lo mejor posible tanto física como emocionalmente.
¿Qué ocurre si el tratamiento ya no es eficaz?
Si el cáncer continúa creciendo después de un tipo de tratamiento, o si regresa, a menudo es posible probar otro plan de tratamiento que pudiera seguir curando el cáncer, o por lo menos reducir el tamaño de los tumores lo suficiente como para ayudarle a vivir más tiempo y hacerle sentir mejor. Por otro lado, cuando una persona ha recibido varios tratamientos médicos diferentes y el cáncer no ha sido curado, con el transcurso del tiempo el cáncer tiende a volverse resistente a todos los tratamientos. En ese momento, resulta importante sopesar el posible beneficio limitado de un nuevo tratamiento y las posibles desventajas, incluyendo las visitas continuas al doctor y los efectos secundarios del tratamiento.
Cada persona tiene su propia manera de considerar esto. Algunas personas quizás deseen enfocarse en mantenerse cómodas durante el tiempo limitado que les queda.
Cuando llegue el momento en el que usted ha tratado todos los tratamientos médicos, pero éstos simplemente ya no son eficaces, probablemente éste sea el momento más difícil en su lucha contra el cáncer. Aunque su doctor pueda ofrecerle un tratamiento nuevo, usted necesita considerar que llegará el momento en que sea poco probable que continuar el tratamiento mejore su salud o cambie su pronóstico o supervivencia.
Si usted desea continuar el tratamiento para combatir su cáncer tanto como pueda, necesitará continuar considerando las probabilidades de que más tratamiento brinde algún beneficio. En muchos casos, su doctor puede estimar la tasa de respuesta para el tratamiento que usted considere. Algunas personas son tentadas a recibir más quimioterapia o radiación, por ejemplo, incluso cuando sus doctores indican que las probabilidades de beneficio son menos del 1%. En esta situación, usted necesita analizar y entender sus razones para optar por este plan.
Independientemente de lo que usted decida hacer, es importante que esté lo más cómodo posible. Asegúrese de que usted pida y reciba el tratamiento para cualquier síntoma que pudiese tener, tal como el dolor. Este tipo de tratamiento se llama tratamiento “paliativo”.
El tratamiento paliativo ayuda a aliviar los síntomas, pero no se espera que cure la enfermedad; su propósito principal es mejorar su calidad de vida. Algunas veces, los tratamientos que usted recibe para controlar sus síntomas son similares a los tratamientos usados para tratar el cáncer. Por ejemplo, la radioterapia pudiera ser administrada para ayudar a aliviar el dolor de huesos debido a metástasis en los huesos. Por otro lado, la quimioterapia pudiera ser administrada para ayudar a reducir el tamaño del tumor y evitar que cause obstrucción intestinal. Sin embargo, esto no es lo mismo que recibir tratamiento para tratar de curar el cáncer.
En este momento, es posible que usted se beneficie del cuidado que se ofrece en las residencias de enfermos crónicos terminales (hospicio). En la mayoría de los casos, este cuidado se puede dar en la casa. Es posible que el cáncer esté causando síntomas o problemas que requieran atención, y las residencias de enfermos crónicos terminales se enfocan en su comodidad. Usted debe saber que la atención de hospicio no significa que no pueda recibir tratamiento para los problemas causados por su cáncer u otras condiciones de salud. Simplemente significa que el enfoque de su cuidado consiste en vivir lo más plenamente posible y sentirse tan bien como pueda en esta difícil etapa de su cáncer.
También recuerde que es importante mantener la esperanza. La esperanza de una cura puede que ahora no sea tan profunda, pero sigue habiendo esperanza de que pueda pasar momentos buenos con sus familiares y amigos, momentos que estarán llenos de felicidad y significado. En cierta manera, una interrupción de su tratamiento contra el cáncer en este momento es una oportunidad para reenfocarse en las cosas más importantes de su vida. Éste es el momento para hacer algunas cosas que usted siempre deseaba hacer y dejar de hacer aquéllas que ya no desea.
¿Qué hay de nuevo en la investigación y tratamiento sobre el cáncer del hígado?
Siempre se están llevando a cabo investigaciones en el campo del cáncer del hígado debido a que sólo hay pocas maneras eficaces de prevenir o tratar este cáncer en la actualidad. Los científicos están buscando las causas y maneras de prevenir el cáncer del hígado y los médicos están trabajando para mejorar los tratamientos.
Prevención
El método más eficaz para reducir la carga mundial del cáncer del hígado es previniendo que ocurra en primer lugar. Pensamos que las vacunas y los tratamientos mejorados contra la hepatitis previenen alrededor de la mitad de los casos de cáncer del hígado en todo el mundo. Se están estudiando métodos para prevenir o tratar las infecciones de hepatitis antes de que causen cáncer del hígado. Actualmente se están llevando a cabo investigaciones para prevenir la hepatitis C. Se ha logrado progresar en el tratamiento de la hepatitis crónica con medicamentos que refuerzan el sistema inmunológico del paciente.
Pruebas de detección
Varias pruebas sanguíneas nuevas se han estado estudiando para determinar si pueden detectar el cáncer del hígado más temprano en comparación con la prueba que ya se usa. Hasta el momento, ninguna de éstas ha probado ser más útil que las ya existentes.
Cirugía
Se han estado desarrollando nuevas técnicas para que la hepatectomía parcial y el trasplante de hígado sean más seguros y eficaces.
Los médicos están estudiando maneras para que más cánceres del hígado sean resecables al tratar de encogerlos antes de la cirugía. Actualmente se están realizando estudios para investigar diferentes tipos de terapias neoadyuvantes (terapias administradas antes de la cirugía), incluyendo la quimioterapia, la inmunoterapia, la embolización, y la terapia de radiación. Los resultados preliminares han sido promisorios, pero los estudios sólo se han realizado en pocos pacientes.
Otra área activa de investigación conlleva el uso de terapias adyuvantes (administradas justo después de la cirugía para tratar de reducir las probabilidades de que el cáncer regrese). Lamentablemente, la mayoría de los estudios que conllevan quimioterapia adyuvante o quimioembolización no han demostrado que prolongan el tiempo de supervivencia. Se han visto algunos resultados promisorios con la radioembolización (vea la próxima sección), pero estos resultados necesitan ser confirmados en estudios más abarcadores.
Los médicos también han comenzado a estudiar una técnica llamada cirugía laparoscópica. En este procedimiento se hacen varias incisiones pequeñas en el abdomen a través de las cuales se insertan instrumentos diseñados especialmente para ver y extirpar la porción del hígado que contiene cáncer. No requiere una incisión grande en el abdomen, lo que significa que hay menos pérdida de sangre, menos dolor después de la cirugía, y una recuperación más rápida. En este momento, la laparoscopia sigue siendo considerada una forma experimental de tratamiento contra el cáncer del hígado. Esta técnica se ha estudiado principalmente en pacientes que tienen tumores pequeños en ciertas partes del hígado que pueden ser alcanzados fácilmente a través del laparoscopio.
Radioterapia
El problema principal con el uso de la radioterapia contra el cáncer del hígado consiste en que ésta también daña el tejido saludable del hígado. Los investigadores están trabajando actualmente en métodos para sólo administrar la radioterapia al cáncer, sin dañar el tejido normal. Varios métodos nuevos de radioterapia se han estado tratando, incluyendo los radiosensibilizantes (medicamentos que pueden hacer los cánceres más vulnerables a la radiación).
La radioembolización es otra área excitante de investigación. Ésta conlleva la infusión de sustancias radiactivas directamente en la arteria hepática, de donde se pueden atacar los tumores del hígado con más precisión.
Una técnica usa partículas de vidrio diminutas (llamadas microesferas) que son adheridas a un elemento radiactivo (yttrium-90). Una vez se hace la infusión, estas partículas se alojan en los vasos sanguíneos cercanos al tumor donde administran radiactividad por un período corto de tiempo. El uso de por lo menos una forma de estas partículas, conocida como “TheraSphere” ha sido aprobada por la FDA, y actualmente ha sido usada en varios centros de tratamiento contra el cáncer. Todavía no existen datos sobre su eficacia a largo plazo.
Otra técnica usa aceite que contiene yodo-131 radiactivo. Esta sustancia, conocida como Lipiodol I-131, también es administrada por infusión directamente en la arteria hepática. Un estudio clínico encontró que este tipo de radioembolización puede ser eficaz, pero se necesitan más estudios para confirmar esto. Actualmente no está disponible en los Estados Unidos.
Quimioterapia
En los estudios clínicos se están probando nuevos métodos de quimioterapia sistémica y regional combinados con otros tratamientos. Una pequeña porción de tumores responde a la quimioterapia, aunque no ha demostrado que prolonga la supervivencia.
Los agentes más nuevos de quimioterapia, tales como el oxaliplatin, la gemcitabina y el docetaxel, se están probando actualmente en estudios clínicos, así como las terapias específicamente dirigidas como el erlotinib (Tarceva) y la talidomida.
Infusión de la arteria hepática: Una de las maneras en que los investigadores están intentando mejorar la eficacia de la quimioterapia consiste en administrarla directamente en la arteria hepática, la cual suple a la mayoría de los tumores. Entonces, el hígado saludable remueve la mayor parte del medicamento remanente antes de que pueda llegar al resto del cuerpo. Los medicamentos que se usan con más frecuencia son el floxuridino (FUDR), el cisplatino, la mitomicina C y la doxorrubicina.
Aunque los estudios preliminares han encontrado que la infusión de la arteria hepática es eficaz encogiendo un número de tumores, aún se necesita más investigación sobre este procedimiento. Es posible que esta técnica no sea útil en todos los casos ya que a menudo requiere cirugía para insertar un catéter en la arteria hepática, una operación que muchos pacientes de cáncer del hígado puede que no toleran bien.
Terapia dirigida
Se han estado desarrollando medicamentos nuevos que se dirigen a puntos específicos de la célula del cáncer para destruirla. Unos de estos, llamado erlotinib (Tarceva), ha mostrado cierto beneficio en personas con cáncer del hígado avanzado. Actualmente se están estudiando otros medicamentos de terapia dirigida.
Terapia génica
Los científicos están aprendiendo más sobre muchos de los genes que se dañan cuando las células normales del hígado se convierten en cáncer. Hay esperanza de crear terapias génicas dirigidas a reemplazar estas secuencias defectuosas de ADN. El gen p53 es un gen supresor de tumores que a menudo se altera con el cáncer del hígado. En las células normales del hígado, previene el crecimiento excesivo, ayuda a reparar el daño causado a su ADN y promueve la muerte de las células cuando el daño a su ADN se vuelve tan extenso que no tiene reparación. Podría ser que el devolverle el ADN normal del p53 a las células del cáncer del hígado suprima el crecimiento del tumor y haga que las células del cáncer mueran. Se están realizando actualmente estudios clínicos para investigar la eficacia de este tipo de terapia, incluyendo los posibles efectos secundarios a corto y a largo plazo.
2007